Mis niños, tan frágiles junto al sólido puente de hierro.
Buscando espárragos, mi familia al completo adentrándose sin miedo en los barrancos.
Un nombre original para un arroyo que, gracias a las lluvias de este invierno, llevaba agua, después de muchos años de sequía.
El agua nos acompañó todo el trayecto, fluyendo por las cunetas, en las lagunas que dejamos a nuestra izquierda, en el pantano que nos encontramos a la derecha.
La lluvia, que tanto nos ha agobiado estos últimos meses, ahora nos compensa con el verdor espléndido de la naturaleza.
La hice con mi esposa hace unos años, también en primavera. Es una maravilla. Recuerdo la vegetación y la altura de los puentes. Muy recomendable.
ResponderEliminarUn abrazo.
Debiste disfrutar mucho, me imagino que después de tantas lluvias la primavera tiene que estar dando por esa Vía Verde del aceite su mejor cara.
ResponderEliminarY en bici... Me alegro que disfrutárais la excursión.
Un abrazo.
Lastima que no pueda ver las fotos .
ResponderEliminarMe imagino que habeis pasado un buen día en familia.
Besos desde Málaga.
Estupendo día de sábado. Me temo que yo también voy a bicicletear (como dicen mis hijos) en los próximos días, cuando ellos ya tengan las vacaciones. No todo va a ser escribir ¿verdad?
ResponderEliminarUn abrazo.
Jo, que excursión tan fantástica, Felisa. Enhorabuena por ese deporte vigoroso en medio de la exultante naturaleza.
ResponderEliminarUn abrazo.