miércoles, 25 de abril de 2012

Encuentro con autor en Torreperogil


Eva, la responsable de la biblioteca me presenta.


Una imagen del publico, la mayoría alumnos del centro de adultos.

Pedí al público que leyera fragmentos de los relatos.

Una de las cosas que más me gusta, dedicar libros.

Al final, algo inesperado, una entrevista para 9laloma.tv
 
Decir que fue un encuentro entrañable es poco. Me sentí acogida y querida por los asistentes desde el primer momento, escuché mis cuentos en sus voces, intenté contagiarles mi pasión por la literatura, les hablé de como me inicié en esta locura de ser escritora, quise compartir la emoción que siento cada vez que abro un libro, cada vez que escribo, cada vez que alguien me dice que le gusta lo que hago.
Gracias, amigos de Torreperogil, gracias Eva por tu amabilidad y simpatía, y un saludo especial a Tony, la chica de la cafetería que sonríe con la mirada, ella me entiende. Espero regresar pronto.
 
 





martes, 24 de abril de 2012

Un día en Valdepeñas de Jaén




Fue un día intenso, lleno de emociones compartidas. Por la mañana, con los alumnos de 4º de ESO y por la tarde con los del Centro de Adultos “Generación del 27”, dos colectivos muy diferentes, con distintas expectativas.

Los chicos jóvenes apenas leen, han nacido en la era digital, les atraen más las pantallas de los ordenadores, los móviles, los videojuegos, … Demasiados estímulos visuales, que dan una satisfacción inmediata. La lectura requiere invertir un poco más de tiempo y de atención.

Ayer traté de animarlos a la lectura, a dedicar parte de su tiempo a leer, les pedí que le dieran una oportunidad a los libros, no sé si mis palabras calarían, me gusta pensar que en algunos sí, aunque eso sea ser muy optimista.



Como tenía otro encuentro por la tarde, me quedé a comer en Valdepeñas. Creía que iba a estar sola, en el restaurante me sentaron en una mesita pequeña, frente al expositor de helados, pues estaba casi todo el salón reservado. Al poco, empezaron a llegar mujeres, y una de ellas se me acercó y se presentó como profesora del centro de adultos. Me invitó a sentarme con ellas, hablo en femenino porque todo eran mujeres, según me dijeron después los hombres no tienen interés por mejorar su formación, más de treinta de Valdepeñas y Los Villares que se habían reunido para comer y luego asistir a mi charla. Fue un almuerzo muy divertido: recitaron poemas, cantaron flamenco, coplillas de carnaval, bailaron, etc. Yo las observaba un tanto conmovida, muchas de ellas, la mayoría, no pudieron estudiar cuando eran jóvenes, sus padres no lo consideraron necesario, ¿para qué necesita los estudios una mujer? Ahora, liberadas, estudian y se divierten, pierden la vergüenza y consiguen, con sus cantes de carnaval, ruborizar al comensal que ha ocupado mi sitio al lado del expositor de los helados.



Luego, ya en la charla, leen mis cuentos, comentan sobre ellos, me preguntan cosas, con más interés que los jóvenes de la mañana. Para ellos todo ha sido mucho más fácil, no valoran lo que tienen porque no les costó nada conseguirlo. Ojalá nunca cambien las cosas, en los tiempos que corren, con las crisis que todo lo justifican, el derecho a una educación de calidad empieza a tambalearse.



Sólo me queda agradecer a Juan Manuel, el bibliotecario, toda la atención y amabilidad que me ha prestado y a Mari Paz, la alcaldesa, que decidiera regalar mis libros a los alumnos e invitarme a esta jornada. Me quedo con ganas de volver por Valdepeñas, espero tener la oportunidad de presentar allí mi próxima novela.







domingo, 22 de abril de 2012

Celebrando el día del libro, ¡toda la semana!




Mañana, 23 de de abril, celebramos el Día del Libro, y no puede haber mejor forma de hacerlo que teniendo un encuentro con lectores. Este año he tenido la suerte de que la Biblioteca de Valdepeñas de Jaén me invitara a participar en dos charlas con distintos colectivos de esa localidad. Por la mañana, estaré con alumnos de 4º de la ESO y por la tarde con el CEPER de Adultos y con el Centro de Participación Activa de Mayores.

Programa de actividades de Valdepeñas de Jaén

No es la primera vez que me reúno con chicos jóvenes, en este caso la diferencia es que ellos han leído mi libro “Trece cuentos inquietantes”, pues el Ayuntamiento de Valdepeñas les compró ejemplares para todos, una iniciativa loable, qué mejor regalo que un libro. Por ello, tengo un especial interés en conocer la opinión que les merece mis cuentos, si han conseguido conmoverlos o al menos llevarlos a la reflexión en algunos de los temas que en ellos se abordan: malos tratos, obsesión por la belleza, relaciones de pareja, etc.

La jornada de la tarde también será enriquecedora, no me cabe duda, en cada encuentro con lectores aprendo algo y siempre disfruto, porque no hay nada que me guste más que hablar de literatura.

Pero no acaba aquí mi semana literaria, el martes viajaré hasta Torreperogil, donde tengo una lectura organizada por el Circuito Literario Andaluz, será en la biblioteca a las 18,30.

El año pasado, cuando presentamos Talla G en Alcaudete


El jueves 26 no voy a ningún sitio, pero viene mi amiga Yolanda Saenz de Tejada a la biblioteca de Alcaudete. Nos presentarás sus últimos libros, sí, lo digo en plural, porque en lo que va de año ya ha publicado dos, y creo que aún le falta otro.

Y el viernes, para culminar la semana más literaria del año, al menos para mí, entregaremos los diplomas de asistencia a los alumnos de los talleres Escribe tus sueños, así mismo, les regalaremos un libro a cada uno, gracias a la subvención que me concedió el Ayuntamiento de Alcaudete en el concurso Jose Enrique Vallejo de Vicente y a la editorial Edimáter, que me ha hecho un gran descuento en los libros, así podrán llegar a los 60 niños que han asistido a los talleres.

Como podréis apreciar, una semana muy completita, ya os iré contando.

jueves, 12 de abril de 2012

Están pasando cosas.


La primavera inyecta savia nueva en las plantas. La naturaleza se mueve, la hierba crece, los árboles se cubren de hojas, las flores se atreven a vestir de colores el paisaje. El sol calienta con más fuerza, hace que nos despertemos del letargo invernal. Será por eso que proyectos largamente esperados verán por fin la luz. Es el caso de mi novela juvenil "El club de las palabras prohibidas", cuya edición está muy avanzada.
En estos días también he podido escuchar la primera grabación en formato audiolibro de Trece cuentos inquietantes. El relato La piel de la serpiente, adquiere nuevos matices cuando lo escucho en la voz de otra persona. Creo que esta va a ser una experiencia satisfactoria.

Las imágenes que ilustran esta entrada las tomé la primavera pasada en mi huerta, son flores de árboles frutales, melocotoneros y perales, tan hermosas como dulces son sus frutos en verano.



sábado, 7 de abril de 2012

Bajo los tilos, el nuevo libro de María José Moreno


Bajo los tilos es la nueva novela de mi amiga María José Moreno (a pesar de la coincidencia de apellidos, no somos familia), he podido leer el primer capítulo en su blog y me ha dejado intrigada, así que voy a comprarla para leerla completa porque, además de ser buena literatura, sólo vale 2,99 euros en formato digital. Para mí tiene una garantía adicional, y es que está publicada por al editorial El Desván de la Memoria.
Podéis leer el primer capítulo pinchando en este enlace:
http://www.mjmorenodiaz.com/2012/03/bajo-los-tilos.html

martes, 3 de abril de 2012

Alcaudete Imaginado: La ermita de la Fuensanta

Os dejo mi colaboración con la revista municipal DeParEnPar, dentro de la sección Alcaudete Imaginado. En esta sección publico relatos ambientados en lugares emblemáticos de Alcaudete, en esta ocasión me he atrevido con la Ermita de la Virgen de la Fuensanta, un lugar de visita obligada para muchos alcaudetenses devotos de esta Virgen, patrona de la localidad.


La ermita de la Fuensanta


El anciano sube arrastrando los pies por el sendero amarillo de hormigón impreso, los años pesan sobre su espalda encorvada y la respiración se le hace cada vez más dificultosa. Aún faltaba media hora para su cita, pero se le antojaba tarde y temía no llegar a tiempo. Buscaba las raquíticas sombras de los árboles que escoltaban el camino, que aún eran escasas a finales de un mes de marzo especialmente caluroso.

Una cita con una mujer hermosa, qué más puede pedir un hombre a su edad, pasados los ochenta lo único que se aguarda es la muerte. De ahí el apresuramiento de sus pasos, la angustia que oprime su pecho hambriento de un oxígeno, que ni su boca ni su nariz pueden suministrarle con la suficiente abundancia ni rapidez.

Avanza unas decenas de metros más, sus ojos cansados ya le permiten divisar la blanca ermita, aunque sus contornos parecen ser elásticos y deformables en vez de eficaces líneas rectas. La torre de ventanas cuadradas se levanta orgullosa de su esbelta planta; la gran puerta de madera que sólo se abre en las grandes ocasiones, como la Velada, permanece cerrada, inmutable; la imagen de la Virgen impresa en los azulejos que decoran la fachada parece dar la bienvenida al paseante… La emoción le obliga a detenerse bajo una palmera y tomar asiento en un banco de hierro. El chillido de los pájaros sobre su cabeza le reafirma en la convicción de que aquello no es un sueño, que está allí, frente a la fuentecilla de piedra de la entrada, con el cuerpo cansado y el alma tan ligera como las palomas que sobrevuelan la escena. No se ve a nadie en toda la explanada, está solo. Con estudiada lentitud, como si gozara de la espera, saca del bolsillo la carta y la lee por enésima vez, cuando la recibió, nada más verla, reconoció la letra picuda del sobre. Nadie escribía la A de Antonio como ella, nadie más podía reflejar su amor en unos simples trazos. Dentro, apenas una cuartilla escrita sólo por una cara, suficiente para fijar una cita: “Si aún me quieres, te espero mañana a las cinco en la Ermita de la Fuensanta”. Siempre tuya, Carmela.

Si aún me quieres… ¿Cómo podía ni siquiera pensar que la había olvidado? Cincuenta años habían pasado, cincuenta penosos inviernos, cincuenta veranos vacíos; sin dejar de recordarla un solo día.

Nada más entrar le reconforta el frescor de la ermita. Pisa, indeciso, el suelo ajedrezado, la sensación de mareo se ha incrementado por el esfuerzo, los últimos metros se le habían hecho eternos. Avanza con paso vacilante por el pasillo central. Al fondo, justo en el primer banco, se distingue un bulto oscuro, quizás es ella. Desea verla, comprobar cómo la ha tratado la vida, ni siquiera sabe si podrá reconocerla.

Las vidrieras incrustadas en los muros filtran una luz azulada. Bajo ellas se sitúan faroles de forja, que destacan como negros pecados sobre unas paredes de blancura inmaculada.

¿Por qué se detiene hoy a mirar lo que le es tan familiar, a repasar cada objeto del templo, los sobrios bancos de madera, las plantas que siembran de verdor el silencio de la ermita, el confesionario, las cruces simétricas, las flores del altar, el manto nuevo de la Virgen, los arcos del techo…? Quizás para retrasar el encuentro, para encontrar las palabras que le permitan transmitir lo que ha sufrido por ella sin herirla. No, no quiera venganzas ni rencores, los años aplacan la furia, la trituran hasta dejarla hecha un puré apto para la boca sin dientes de un anciano como él.

Avanza decidido, en su memoria pervive la imagen de la mujer hermosa que le dejó plantado frente al altar cincuenta años antes. Llega a la altura del bulto oscuro que ha visto desde la entrada, decepcionado comprueba que no es ella, ni siquiera se trata de una mujer. Busca en su bolsillo la carta, quizás ha equivocado la hora, sólo encuentra la lista de la compra que confeccionó por la mañana. Levanta la vista hacia el altar, como otras veces, sorprende una lágrima en el rostro de la Virgen, que llora con él.