Perdón, quise decir estoy leyendo Paraiso inhabitado de Ana Maria Matute pero me tiene tan atrapada que casi me he mudado al piso de esa familia burguesa, en los años previos a la guerra civil. Voy con Adriana, la niña protagonista de la historia, recorriendo los pasillos de la casa, redescubriendo la magia que envuelve la niñez como un manto invisible para los adultos.
Estoy disfrutando de la lectura, el libro es bueno, la letra grande y clara, las palabras que encierra son piedras preciosas, unidas en una perfecta armonía para fabricar una carísima joya literaria. Provoca un placer que acaricia el alma, a veces me detengo y leo algún pasaje en voz alta y me recreo en el ritmo, en la música que nace de unas frases elaboradas con maestría.
"Nací cuando mis padres ya no se querían" esta es la frase con la que se inicia el libro, desde mi punto de vista muy acertada, invita a seguir leyendo, a averiguar de dónde proviene esa falta de amor y cómo va a afectar a la vida de la protagonista.
Y ahora se me ocurre preguntar, ¿Cuál es tu frase perfecta, cómo iniciarías esa novela o relato que quieres escribir o que te gustaría que escribieran para ti? Yo voy a ir pensando alguna y luego la pongo por aquí. Ya sabía que el inicio de un texto era importante, pero ahora me he dado cuenta de la transcendencia que puede tener la primera frase. He visitado varias páginas en internet que comentan el libro y en la mayoría de ellas se reproducen las palabras iniciales, como una seña de identidad.
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Ya tenemos una frase:
"Dios me odia tanto como yo a Él" de J.E. Álamo, muy buena por cierto. Y Natalí comparte el inicio de su próxima novela:"En la vida de un ser humano pasan cosas que él mismo, no puede presenciar, o cosas, en las cuales, aunque hubiera querido no le fue otorgado dar su opinión."
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Ramón Alcaraz del taller literario
El desván de la memoria nos ha dejado este comentario, creo que merece la pena leerlo, gracias profe.
"Ya sabes cuánto insisto yo siempre en una buena frase inicial, sobre todo en los relatos, que por su brevedad necesitan el "enganche rápido" más que en la novela.
Un buen inicio ha de "obligar" al lector a plantearse una pregunta que necesita resolver; pero es mejor que sea de manera sutil, como ese ejemplo que has puesto: "Nací cuando mis padres ya no se querían". Esto forma parte de una característica fundamental en narrativa, que es “mostrar” (lo que debemos conseguir) en lugar de “explicar” (que es lo que debemos evitar). Lo importante es que la frase (no sólo la del inicio, cualquier frase), dejada de forma natural y sin que en apariencia destaque excesivamente, deposite un poso de incertidumbre en el lector. Es el lector quien ha de plantearse las preguntas, porque así buscará por propia iniciativa las respuestas y para ello continuará leyendo. Por eso es un error cuando se lo damos todo “hecho” al lector. Es un "fallo" de principiante, que en este caso escribiría algo así como:
“Mi mala suerte es que mi nacimiento vino en una mala época. Pese a que yo llegaba a este mundo, el amor de mis padres se había extinguido como el rescoldo de una llama sin leña. Yo lo sabría más tarde, aunque desde la cuna aquella sensación ya la percibía. ¿Por qué no se querían mis padres?, ¿para qué, entonces, me concibieron? ¿Qué terrible e insondable secreto se escondía en aquel hecho...”.
Curiosamente, los escritores que comienzan piensan que el valor de un escrito reside en frases extensas o elaboradas, complejas y con todo detalles; además de llamar la atención de manera ostentosa.Es al revés: el verdadero trabajo está en condensar y decir lo mismo de la forma más sencilla posible, con sutilidad, como un detonante que dispara en el lector todo tipo de detalles y especulaciones, pero que no recibe explícitamente. Esto no lo aplicamos siempre, claro, no se trata de convertir la literatura en un telegrama. Si describimos, lo podemos hacer con extensión y riqueza léxica; pero el matiz es otro, el matiz es lo que permite “meterse” al lector dentro de la narración y que el lector se olvide de la presencia de un narrador que se lo está contando. Si mostramos, el lector es el que se hará las preguntas, el que se intrigará y además sentirá la satisfacción de lograrlo por sí mismo. Si le explicamos, si le escribimos de manera textual las preguntas que él debería hacerse, pierde ese interés por el descubrimiento, se siente “fuera” del escrito e incluso le molesta la “evidencia” de un narrador que se lo da todo hecho."