lunes, 29 de marzo de 2010

Mi novela finalista en el Certamen López Torrijos


Esta tarde he recibido una llamada agridulce, creo que esa es la palabra adecuada, la primera que se me ha venido a la cabeza. Un amable señor de la Correduría de Seguros López Torrijos me ha comunicado que mi novela ha quedado finalista en el certamen literario que esta empresa convoca. Más concretamente que llegó hasta el final, disputando el premio con la ganadora. Me aseguró que él, aunque no pertenecía al jurado, había leído mi novela y le había gustado mucho, sólo que el final le parecía un poco flojo. Creo que tendré que plantearme modificarlo, no es la primera opinión que recibo al respecto.

Es complicado explicar lo que sientes en un momento así, a la alegría de estar finalista se contrapone la decepción por no haber conseguido el objetivo: ganar el premio y publicar. No es la primera vez que me pasa, y siempre he procurado quedarme con la parte positiva. Este segundo puesto me servirá para revitalizar la fe en mi obra, que voy perdiendo conforme la presento a concursos que no gano, porque lo normal es eso, no ganar.

El certamen me ha dejado muy buenas vibraciones, por la conversación que he tenido con el coordinador del premio, me da la sensación de que es un concurso limpio, y lo digo porque todos tenemos reciente lo que ha pasado con nuestra amiga Maribel.

Quiero aprovechar para felicitar a la ganadora, Consolación González Rico, y desearle toda la suerte del mundo con su novela, La voz del mar.

Pulsa aquí para ver la noticia, aunque en la misma no aparecen los finalistas por decisión de la entidad organizadora, así que tendréis que confiar en que lo que cuento es cierto.
(La foto no tiene mucho que ver con el tema, pero siempre me anima ver a mis hijos)


El sábado en la Vía Verde del Aceite

Aprovechando el buen tiempo de este fin de semana decidimos irnos con las bicis a la Via Verde del Aceite, que pasa a unos cinco kilómetros de Alcaudete, un sitio idóneo para pasear y pedalear, a salvo del tráfico y el ruido. Sólo escuchábamos el trinar de los pájaros y alguna que otra perdiz.


Mis niños, tan frágiles junto al sólido puente de hierro.


Buscando espárragos, mi familia al completo adentrándose sin miedo en los barrancos.


Aquí yo, con mi flamante bici nueva. Acabé reventada, la ida hasta el pantano fue cuesta abajo, a la vuelta las piernas dolían






Un nombre original para un arroyo que, gracias a las lluvias de este invierno, llevaba agua, después de muchos años de sequía.
El agua nos acompañó todo el trayecto, fluyendo por las cunetas, en las lagunas que dejamos a nuestra izquierda, en el pantano que nos encontramos a la derecha.
La lluvia, que tanto nos ha agobiado estos últimos meses, ahora nos compensa con el verdor espléndido de la naturaleza.

sábado, 27 de marzo de 2010

Confesiones


Quiero dar las gracias a tod@s los que han dejado su felicitación en mi entrada anterior, las buenas noticias son más dulces cuando se comparten. Me gustaría contestaros uno por uno, pero me voy a repetir y como siempre, ando achuchada de tiempo. Por un miembro del jurado sé que mi relato fue segundo, da un poco de rabia quedarse ahí, tan cerca, pero también ilusiona, porque significa que lo que has escrito ha sido bien valorado.

Como varios de vosotr@s habéis mostrado interés por leer el relato, os lo dejo por aquí, aunque aviso que es un poco largo, espero que os guste. Besos para tod@s y feliz fin de semana, por fin soleado y primaveral.(Esta foto tiene un par de añitos, pero creo que puede valer para ilustrar el tiempo tan espléndido que hace hoy)

**************************************************************************


TÍTULO: Confesiones

Elena se mira al espejo por última vez antes de entrar en el plató, no consigue reconocerse tras el maquillaje, espeso y pesado, como la tristeza que envuelve su alma. Hoy se cumple el programa número mil de Confesiones, debería sentirse satisfecha de su éxito, más de cuatro años haciendo lo mismo, en la misma cadena, viendo como sus ingresos aumentan de forma exponencial. Y sin embargo, sabe que la sonrisa que mostrará dentro de unos minutos será falsa, extraída de algún recuerdo agradable y lejano, de cuando todavía no era famosa, ni rica... ni desgraciada.


Su aspecto ha mejorado mucho desde el día que se puso por primera vez al frente de aquel programa vespertino. Una sesión de cirugía acabó con la pequeña torcedura de su nariz. A ella le gustaba, un signo característico de la familia, algo así como una seña de identidad; pero el contrato definía claramente los puntos sobre los que su opinión no tenía por qué ser escuchada. Y uno de ellos era el aspecto físico, así que accedió. Después vino la liposucción para poder embutirse en una talla 36, el aumento de pecho y el arco de las cejas. Según su estilista particular, sus cejas crecían demasiado bajas, como las de la gente pobre, y ella debía dar una imagen de poder y solvencia indiscutible. Elena fue claudicando, mientras veía como se transformaba en otra persona; a fin de cuentas mucha gente se hacía retoques, al menos la gente que podía permitírselo. Casi le dolió más que le cambiaran el color del pelo, se habían puesto de moda los tonos oscuros, le preocupaba no poder recuperar el rubio trigueño de cuando era una adolescente, perderlo para siempre, como había perdido sus ilusiones.


De joven creía que la vida estaba llena de promesas, como un paquete de regalo por abrir, envuelto en lazos de colores, dispuesto a dejarse descubrir a cada momento. No se dejaba vencer por los contratiempos, en las dificultades encontraba un motivo más para luchar. Así era ella, así entendía el mundo; por eso estudió periodismo, para combatir desde dentro el mal que corroía los medios de comunicación. Un grupo de mujeres, unidas, con conocimientos suficientes, pueden lograr muchas cosas. Eso decía su amiga Esther, antes de acabar como directora de comunicación en una firma de moda especializada en pieles. En aquellos tiempos se desnudaba y se cubría de pintura roja para protestar por las matanzas de animales. ¿Por qué los años nos hacen indiferentes?

Sí, eso es lo que siente en este momento Elena, una mezcla entre indiferencia y tristeza, en el plató de Confesiones la esperan otras mujeres y algunos hombres, aguardan para contar sus secretos más íntimos, para desnudarse ante un público expectante y bien atrincherado frente a la pantalla de su televisor.


No, no debe quejarse, tiene dinero, un cutis perfecto, buen cuerpo, casa, coche,... Y pastillas para aquellas noches en las que no puede dormir, en que las miserias que escucha cada día en el plató se llevan su sueño, le arrebatan el merecido descanso tras las intensas horas de trabajo. Hoy es un día especial, sin duda; pero los mil programas no consiguen llenar el vacío, ese agujero negro que va absorbiendo sus esperanzas, que la va devorando a ella misma, a la Elena que algún día fue. A la chica joven de pelo rubio y nariz ligeramente torcida, enamorada, viva.


Los sillones son de color rojo, se abren como flores sangrantes para acoger en su seno a las víctimas. Ellas llegan y se sientan deslumbradas por los focos, así se sienten, encandiladas por el artificio que les rodea, por la ropa cara y el maquillaje perfecto, pero pesado, de Elena. Ella lo sabe y sabe como aprovecharlo en el directo, riguroso y absoluto directo. Un mano a mano con gente de todos los estratos sociales, aunque en su mayoría pertenecen a la capa más baja, los desheredados, a los que ya no les queda honor que defender ni miserias que ocultar.


Una voz en off anuncia su llegada y ella aparece sobre una plataforma elevada, es la emisión número mil de Confesiones, el programa con más audiencia en esa franja horaria. Los anunciantes se disputan sus intermedios. Casi siempre son empresas dedicadas a productos femeninos, compresas que consiguen convertir los días de regla en vacaciones pagadas en el país de los Teletubbies, cereales que adelgazan a las chicas anoréxicas de veinte años, al menos esas son las que salen en sus anuncios, perfumes caros que no pueden permitirse los invitados a Confesiones. Productos destinados al público mayoritario que devora este tipo de programas. Es la audiencia que la ve cada día, mujeres hartas de ser ellas mismas, que necesitan alimentarse con las desgracias de otras mujeres, para sentirse dichosas porque aún no han sido maltratadas o un juez no ordenó que las desahuciaran. Mujeres que desean huir de su propia vida, al menos durante esas dos horas.

Entre música y bailes, unas chicas casi desnudas la acompañan hasta su sillón, otra flor tapizada en gris, un tono neutro que resalta la elegancia de sus vestidos. Rodeada de estas bellezas, avanza con paso seguro, los aplausos la reciben y ella dedica una de sus sonrisas falsas a los propietarios de esas manos, que se entrechocan al mandato de un regidor. A través de sus ojos, ve a los millones de personas que se sientan ante un televisor, expectantes, ávidos de desdichas ajenas, ¿ellos también aplaudirán? Trata de olvidarse de los espectadores y se concentra en sus víctimas, perdón, invitados e invitadas. Hoy se siente cansada y triste como nunca. Sólo es un segundo de incertidumbre, una gota de aceite que se empeña en salir a flote dentro de un océano de agua. Pronto recupera su aplomo y se apresta a atacar, no en vano se ha ganado fama de cruel e insaciable. Sin embargo, inexplicablemente, sus víctimas siguen acudiendo allí, como ovejas al matadero.
En la fila de flores escarlatas hay seis personas, Elena se extraña, normalmente son cinco sus invitados. La última, una anciana de pelo azulado la mira fijamente. Un ligero escalofrío le avisa de que aquella mujer tiene algo especial, y no se trata sólo de su forma de vestir estrafalaria, ni del medallón que cuelga sobre su pecho, hay algo más. Comprueba la relación de invitados y sólo aparecen cinco nombres en la tarjeta. Levanta la vista para volver a contemplarla y, cuando la posa de nuevo sobre la lista, descubre asombrada que hay un nombre más en ella, Eleonor Cuevas. Son los nervios, se repite para sí, no se cumplen mil programas todos los días. Seguro que ya estaba allí el nombre la primera vez que miró.

Señores y señoras, hoy es un día especial para mí, se cumplen mil días de Confesiones, mil programas a su lado, porque yo siento que estoy en su casa, sentada junto a ustedes, conmoviéndome con las vidas de las personas que cada día nos acompañan, vidas truncadas por los acontecimientos, vidas rotas, vidas amargas, que nos hacen valorar nuestro día a día cotidiano. Hemos pensado mucho qué podríamos hacer para celebrar este acontecimiento, y después de mil vueltas hemos decidido que la mejor forma de ser especiales es ser nosotros mismos; así que no habrá tarta, ni videos de momentos estelares, será un día cualquiera porque sabemos que así complacemos a nuestro público, a ustedes, que tan fielmente nos siguen.

Elena se ha aprendido el discurso, su memoria prodigiosa le permite reproducir largas parrafadas sin tener que leer de una pantalla, eso aporta naturalidad a sus gestos, la hace más cercana. Mientras que mira a la cámara, de reojo, no puede dejar de observar a Eleonor Cuevas, un nombre antiguo, aunque no debe de tener más de setenta años. Viste una túnica de colores chillones que le queda algo amplia, como si hubiera encogido desde que se la compró, o acabara de robarla a una vendedora ambulante de pulseras y collares. A pesar de su extravagante indumentaria, hay algo en su rostro, una elegancia natural, que le da aires de señora, de las de antes. Y algo más, unos gestos, unos movimientos que a Elena le resultan muy familiares.
Trata de olvidarse de la anciana y centrarse en su primera víctima, una joven que acaba de interponer una denuncia por malos tratos a su marido y viene al programa para denunciarlo públicamente, para conseguir mantenerlo alejado de ella.
─¿Qué le hacía su marido, en que consistía el maltrato? ─ pregunta Elena.
─Preferiría no hablar de eso, es duro, tengo una hija suya. No, no quiero contarlo.
─Es la única forma de sacar afuera tu odio, de liberarte ─le dice Elena en voz baja, casi susurrando, como una amiga le hablaría a otra, en tono de confidencia o como una serpiente antes de atacar.
─No puedo, lo siento, yo sólo he venido a pedir públicamente que se aleje de mí.

Elena empieza a impacientarse, se siente nerviosa, la mujer del pelo azulado no aparta la vista de ella, su mirada le molesta, como un peso más sobre su espalda cansada. Toma aire, no va a estropearle el día una niñata. Continua dándole coba, ganándose su confianza, hasta que la chica, casi llorando lo cuenta todo; las palizas, las humillaciones, las violaciones continuadas, incluso muestra algunos moratones. Pero Elena necesita más, no puede conformarse con eso, tiene que meter el dedo en la llaga, remover con su manicura francesa toda la podredumbre, para complacer a su público y poder estar mil programas más.
─Sin embargo, dicen tus vecinas que a veces te oían gritar de placer y que le pedías que te pegara más ─ahora su tono es afilado como un cristal roto.
─Él me obligaba, me apuntaba con su pistola (es vigilante jurado) y me decía en voz baja lo que yo tenía que gritar. Es muy listo, lo hacía para que luego no pudiera denunciarlo.
─O tú eres muy lista, y nos estás mintiendo. No pretenderás engañarnos, ¿verdad?
La muchacha la mira, confundida ante el cambio radical en la actitud de Elena. La sonrisa amable se ha transformado en una mueca acusadora.
─No, ¿cómo puede decir eso? Si he venido aquí es para pedirle que se aleje de mí, no lo quiero, me ha hecho mucho daño. No lo entiende,… he sufrido mucho dolor a su lado. ¿Sabe lo que duele una patada en la barriga? ¿Sabe lo que duele que te pisen los dedos con unas botas, que apaguen un cigarrillo en tus pezones?
Elena la mira complacida, la chica pierde los estribos, está a punto de caramelo. Ahora ni siquiera nota la mirada de la anciana, ni se acuerda de su tristeza, simplemente actúa, trabaja, hace lo que le han enseñado tan bien, por lo que le pagan cifras astronómicas.
─No, pero tampoco sé lo que disfruta una masoquista con ese dolor, ¿disfrutabas? No nos mientas, ¿alguna vez disfrutaste cuando él te violó? Una amiga tuya del instituto nos ha contado que tenías fantasías en las que varios hombres te violaban, por delante y por detrás, confiesa, ¡tú disfrutabas!
La joven no puede contestar, un foco enorme ilumina su cara, las lágrimas se podrán ver en todo su desconsuelo al otro lado de la pantalla. El director del programa sonríe satisfecho. Elena anuncia un corte para la publicidad, no le han dado tiempo a la mujer para objetar nada. Cuando empiecen de nuevo a grabar, ella ya no estará allí. Le firmarán un cheque, una cantidad mezquina comparada con el honor perdido, ultrajado delante de todo el país.

Al alejarse de los focos, Elena se vuelve humana, siente el peso de sus acciones; pero sabe que en cuanto ocupe de nuevo su sitio en el sillón gris volverá a ser la presentadora sin escrúpulos, a representar el papel que la ha llevado a la fama. Para alejar los remordimientos de su mente, decide examinar la ficha de la anciana; no la encuentra. Quizás sea mejor así, enfrentarse a ella sin saber nada. No, ese no es el procedimiento, busca al director para pedírsela; aunque antes decide repasar de nuevo su carpeta, allí está, ha aparecido como por arte de magia. Una de dos, o ella está perdiendo facultades o pasa algo raro, quizás una broma de los compañeros, algo especial para celebrar los mil programas.

La tarde transcurre con normalidad, ya ha entrevistado a cinco de sus invitadas, hoy eran todo mujeres, sólo falta la anciana de pelo azulado y túnica estrafalaria, que no le ha quitado los ojos de encima desde que empezó el programa.
─Dime, Eleonor, ¿por qué has venido a nuestro programa? Eres adivina, ¿verdad?
─Sí, querida, me gano la vida echando las cartas y he venido por ti, para salvarte.
Elena se queda parada un instante; enseguida se recupera, no en vano lleva mil programas a su espalda.
─¿Salvarme a mí, de qué, del fin del mundo? ─pregunta riendo.
─No, de algo peor, de ti misma.
─Bueno, bueno, si eres adivina cuéntanos algo, ¿quién ganará la liga?, ¿en qué número terminará el gordo de Navidad?, algo de eso ─dijo Elena en tono burlón, tratando de desviar el tema.
─No soy de esa clase de adivinas; es más, sólo puedo saber cosas sobre personas y sus sentimientos. Presiento el estado anímico en el que se encuentra alguien con sólo mirarlo.
─Perdona que te diga, eso es una tontería, cualquiera puede hacerlo. Y si te equivocas, no pasa nada, es algo entre tú y esa persona. Bah, cuéntanos algo más interesante, te están viendo millones de personas.
─Sólo te has enamorado una vez, y él está muerto. Por eso haces este programa. Porque piensas que ya nada vale la pena, porque no deja de ser una forma de mortificarte.
Elena se queda rígida, no espera aquellas palabras, ve como el director la mira preocupado y trata de recomponerse.
─Deberías leer las revistas del corazón, tengo novio y te aseguro que está vivito y coleando ─esta última expresión causó risas entre el público.
─Sí, lo sé, pero no lo amas, sólo es un montaje, pronto anunciaréis la separación; claro que para entonces él ya será famoso y presentará un programa en esta cadena.

Ahora es Elena quien mira alarmada al director, quizás deberían cortar, aquella vieja sabe más de la cuenta, y luego está lo de sus ojos grises que le eran tan familiares, su voz cascada pero tibia, como una caricia que envuelve el aire del plató. Nadie respira, todos la escuchan en silencio. El director le indica que continúe, los índices de audiencia se están disparando. La presentadora imagina a las mujeres llamando a sus amigas para avisarlas de que Elena Villarreal está en un aprieto. Las manos le tiemblan, puede oler el sudor en sus axilas, un aroma agrio, el olor del miedo.
La mujer de pelo azulado sigue hablando, ahora cuenta cosas de la infancia de Elena, de cuando quería ser periodista, de ese novio que murió haciendo de corresponsal de guerra, de su intento de suicidio, de la ambición que sustituyó a la rabia. Sí, durante un tiempo estuvo enfadada con el mundo, no podía entender que Javier hubiera muerto; que, mejor dicho, lo hubieran dejado morir. Lo secuestraron y el periódico para el que trabajaba dudó demasiado antes de pagar el rescate; para cuando fueron a por él ya estaba muerto.
El plató ahora es un mundo construido con recuerdos, está lleno de una niebla gris y densa como el barro de las trincheras, el silencio sólo permite ser roto por las palabras de Eleonor, el público se mantiene quieto, expectante, el regidor está inmóvil, el director no hace señas sobre la audiencia, nadie se mueve. Ni siquiera Elena.
Por fin ha terminado el programa, en cuanto la mujer de pelo azulado abandona la sala las cosas recuperan la normalidad. Todos hablan, comentan satisfechos el resultado, felicitan a Elena, que sigue muda e inmóvil sobre su sillón-flor, por fin logra levantarse y se dirige al director.
─Quiero presentar mi dimisión, me voy del programa.
─¿Cómo? Estás loca, hoy ha sido un éxito absoluto.
─La anciana me ha hecho comprender que no es esto lo que yo quiero, que me estoy destrozando por dentro, que pronto no valdré nada y entonces ni mis millones podrán salvarme.
─¿Qué anciana?
─Eleonor Cuevas, la única que había.
─Nuestras cinco invitadas han sido chicas jóvenes, el tema de hoy era “El dolor no es exclusivo de los mayores”.
─Pero había una sexta invitada, la adivina, por favor, no me gastes bromas, estoy muy cansada.
─Sí, puede que sea eso, hoy ha sido un día de muchas emociones, vete a casa y descansa, olvídate de esa anciana, que no existe, que nadie ha visto.
Elena no lo escucha, se dirige a uno de los técnicos y le pide una copia del programa. Guarda el disco en su bolso y se marcha, ni siquiera se quita la ropa, ni el maquillaje. Ya en su casa, mete el DVD en su ordenador y se dispone a verlo.

Diez años después...

─Mamá, ¿qué es esto? ─dice su hija, en sus pequeñas manos sostiene una caja de cartón.
─Son fotos antiguas, me las traje de la casa de la abuela, quiero conservarlas ─contestó Elena con una sonrisa.
─¿Podemos verlas?
─Vale, vamos a sentarnos en la alfombra, a ver si de paso podemos clasificarlas, iré a por un álbum que tengo vacío, ¿me ayudarás a colocarlas?
La niña asiente moviendo enérgicamente su cabeza. Acaba de cumplir seis años y Elena sabe que es lo mejor que le ha sucedido. Desde que dejó la televisión habían pasado muchas cosas en su vida, un trabajo en una ONG, un matrimonio, un embarazo, un divorcio... Y ella, Eleonor, su preciosa niña rubia.
Entre las dos revuelven las viejas fotografías, la mayoría en blanco y negro. Abuelos, tíos, primos de sus padres, familia lejana que pese a no reconocerlos saben que son parte de su historia. La madre de Elena había tenido la idea de escribir por detrás los nombres y el parentesco que le unía a cada uno de aquellos familiares. De pronto se queda parada, una foto ha llamado su atención, una mujer con el pelo plateado y ojos intensos la mira desde un papel fotográfico ajado y maltrecho. La leyenda de atrás no deja lugar a dudas, Eleanor Cuevas era la bisabuela de su madre, su tatarabuela.
Elena se siente aliviada, por fin puede entender por qué en aquel video del programa no aparecía la anciana que conocía su pasado, ninguna cámara puede captar un fantasma. Besa el retrato y le dice, gracias. Su hija la mira sorprendida, coge la fotografía y cuando ve el nombre que aparece detrás, sonríe, aquella anciana se llama como ella, seguro que es por eso que su madre la ha besado.

viernes, 26 de marzo de 2010

Finalista en el III Certamen literario 8 de marzo del Ayuntamiento de Osuna


Hace unas semanas os traía las bases de este certamen, alguno de vosotros apuntastéis que el tema era peliagudo, Mujer en los medios de comunicación, finalmente se me ocurrió una idea y decidí enviar un relato, hoy me han comunicado que he sido finalista y que será publicado en el libro del certamen. El relato se titula "Confesiones" y coincide con el nombre del programa que presenta la protagonista, en el que ataca sin piedad a sus invitados. En la televisión no se cansan de mostrarnos este tipo de programas, conseguirán (o lo han logrado ya) que veamos normal que la gente acuda a un plató a sacar sus trapos sucios, delante de millones de espectadores. No sé lo que pensaréis vosotros, pero a mí particularmente no me gustan nada; claro que somos un país de cotillas y, a falta de vecinos a los que criticar, cada vez vivimos más aislados; estos programas pueden satisfacer esa necesidad de indagar en la vida privada de las personas.

No puedo terminar sin dar las gracias al Ayuntamiento de Osuna por convocar este certamen y al jurado por considerar mi relato digno de estar entre los finalistas y de ser publicado.

jueves, 25 de marzo de 2010

Supervivencia, otro libro de microrrelatos

"Lo bueno, si breve, dos veces bueno. Esta frase resume la esencia del microrrelato, la unidad literaria más pequeña posible. Un reto para los escritores, que tienen que mostrar su valía en muy pocas palabras y una bendición para los lectores, que se ven de repente liberados de toda esa paja verborreica tan inútil y molesta.
En un microrrelato nada falta y nada sobra. Y las posibilidades son infinitas: Microrrelatos teatrales, poéticos, dramáticos, infantiles, cómicos, surrealistas… Es sorprendente lo mucho que puede entrar en un espacio pequeño si se aprieta con la suficiente fuerza.
Este libro que tienes entre tus manos está compuesto por los 149 finalistas del Certamen de Relato de Ediciones FERGUTSON correspondiente al mes de Noviembre ‘09, una experiencia que ha evolucionado en un brillante libro perfectamente ajustado al frenético día a día de nuestras vidas"

(Pincha sobre la imagen si quieres adquirir el libro)

Y entre esos microrrelatos hay tres míos, que ya he compartido con vosotros en estas páginas. A pesar de que ya son más de veinte los libros en los que participo con mis relatos, no deja de ser emocionante ver uno más. Aprovecho para dar las gracias a Ediciones Fergutson por la oportunidad que brinda a los escritores noveles de ver publicada su obra, os recomiendo que os deis un paseo por su web pues casi siempre tienen abierto algún concurso. Yo quedé semifinalista en este de microrrelatos y finalista en el de relatos del mes de diciembre, del que también se publicará libro. Tienen establecido un compromiso interesante con los ganadores y finalistas de sus certámenes, los que resulten seleccionados tres veces tienen opción a que la editorial estudie la publicación de un libro de su autoría. Ya han editado el primero, la autora es Rosi Serrano y el libro se titula "Las alas del sueño".

martes, 23 de marzo de 2010

El tricornio burlón


Tal vez sea mejor que se quede en casa. Pronunciaste esta frase sin mover un músculo de la cara, que ya es difícil hablar así, en silencio. Yo te entendí porque hace tiempo que se leer en tus ojos, es un idioma complicado compuesto por luces y sombras, por brillos y destellos ambarinos. Él seguía mirándonos a los dos, la piel aún cubierta de salitre y el miedo enroscado en su garganta. Le pusiste la manta sobre sus hombros, para hacerle olvidar el frío del cayuco. Tu tricornio nos miraba burlón desde la percha.

lunes, 22 de marzo de 2010

Cuentos alígeros de Editorial Hipálage, una nueva publicación


El fallo del III Premio Algazara de Microrrelatos convocado por la Editorial Hipálage se ha producido el 4 de marzo de 2010.
De los 878 textos recibidos, han sido seleccionados 327. Dado el alto número y la alta calidad de los textos, la editorial comenta que ha sido muy difícil elegir los cuentos ganadores, y finalmente, el premio de 300 euros en metálico se ha repartido en tres partes iguales y se otorga a:
“Oferta de empleo”, de María Soraya Geijo Uribe.
“Inocencia perdida... y recuperada”, de Iñaki Goitia Lucas.
“Alegre baciyelmo”, de Enrique Ortiz Aguirre
Mi relato "Hacerse el muerto", está entre los micros seleccionados y aparecerá publicado en el libro "Cuentos alígeros". Para mí es todo un honor repetir publicación en este premio, pues después de leer los cuentos recogidos en ediciones anteriores puedo dar fe de la calidad de los mismos.
Mi enhorabuena a los ganadores y a los amigos/as blogueros con los que compartiré libro.
Título: Hacerse el muerto
Me gusta hacerme el muerto. Cruzar los brazos sobre el pecho y poner una pierna sobre otra, quedarme quieto, inmóvil. Acompasar los latidos de mi corazón a un ritmo lento y tenue. Imagino lo que harían los dos si me descubrieran en este instante, cesarían en la pelea continua. Me mirarían atónitos y pensarían, ya está, se ha muerto el viejo. Ella soltaría una lágrima hipócrita, mi sobrino me acercaría un espejo a la boca para asegurarse de que mis pulmones ya no respiran. Después organizarían el entierro, el más barato, un ataúd de pino y una corona de margaritas blancas, he visto la oferta en la funeraria. Me gusta pasarme por allí de vez en cuando y mirar el precio de los funerales de saldo. Disfruto imaginando sus caras de comadrejas cuando lean el testamento, no saben que he cambiado el que firmé delante de ellos, donde les cedía todos mis bienes a cambio de que me cuidaran el resto de mi vida. De eso hace más de veinte años y aún no me he muerto…, ni tengo intención de hacerlo.

viernes, 19 de marzo de 2010

Maribel Romero, finalista del Premio Azorín de Novela


Ayer se conoció la noticia de que nuestra amiga Maribel, compañera bloguera, está como finalista en este importante premio, 68.000 euros para la obra ganadora. El fallo será el próximo día 24 de marzo. Desde aquí quiero desearle toda la suerte del mundo, como le he dicho en su blog, si gana ella, todos ganamos, al menos confianza e ilusión por seguir escribiendo, el sueño de las palabras puede hacerse realidad. ¡Suerte Maribel!


Para leer más sobre la noticia os invito a pasar por su blog:

miércoles, 17 de marzo de 2010

Desde mi ventana




Todos los días cuando llego al trabajo, abro la ventana, subo la persiana y me encuentro con un castillo amaneciendo, ¿se puede pedir más?

lunes, 15 de marzo de 2010

El tubo fluorescente


Sea breve por favor, dijo el fiscal, ¿por qué mató a su jefe? La culpa la tuvo el parpadeo intermitente de la lámpara estropeada, confesé, toda la mañana apagándose y encendiéndose, como si estuviéramos en una discoteca. No le aplasté la cabeza con la pantalla del ordenador por los veinte años de vejaciones, ni por las promesas incumplidas de subidas de sueldo, ni por las horas extras sin cobrar. No. El motivo no fue otro que su negativa a dejarme salir diez minutos para comprar un puto tubo fluorescente.

sábado, 13 de marzo de 2010

Del blog y mis lecturas


Últimamente me da un poco de pereza escribir en el blog, no se me ocurre nada interesante que contar, no tengo mucho tiempo y el poco del que dispongo prefiero dedicarlo a leer. Estoy con el libro “Curso de literatura europea” de Vladimir Nabokov; y me he propuesto ir leyendo las obras que este autor analiza en este ensayo. Después de leer “Lolita” quedé totalmente atrapada en las redes de Nabokov y me ha parecido interesante conocer su teoría sobre literatura.
En este libro se analizan obras fundamentales de la literatura europea (y tengo que reconocer que algunos aún no había leído o ha pasado tanto tiempo desde que lo hice que apenas lo recuerdo) como Mansfield Park de Jane Austen, Casa desolada de Charles Dickens, Madame Bobary de Gustave Flaubert, La Metamorfosis de Kafka, etc. Ya os contaré mi impresión final sobre este curso.

He empezado leyendo a Jane Austen, había visto películas basadas en sus novelas como “Orgullo y Prejuicio”, “Sentido y Sensibilidad” pero nunca había leído ninguna de sus novelas. Tengo que reconocer que me ha encantado, que he disfrutado mucho con su lectura y que ha conseguido engancharme hasta el final. Sin lugar a dudas, voy a repetir.

Confieso que en este año me he propuesto leer obras clásicas, pues hay muchos autores que se consideran esenciales y a los que apenas he leído, sobre todo en lengua inglesa, siempre me he decantado más por los escritores españoles y latinoamericanos.

Así que, si no aparezco mucho por aquí, es porque le estoy dedicando más tiempo a la lectura, actividad imprescindible para todo aquel que quiera ser escritor.
(La foto no tiene mucho que ver con el tema, pero me apetecía ponerla, corresponde al taller de relato de Benalmádena y en ella estamos Mercedes, Maria José, Maribel, Ramón y yo; un poco "tuneados" por Mercedes hasta hacernos parecer de otra época)

jueves, 11 de marzo de 2010

11-M, y un año más.


Hoy es un día triste para mucha gente. Madrid y toda España quedaron conmocionadas con los atentados terroristas. Para mí es un día señalado desde hace mucho antes, vamos, desde que nací. Sí, hoy es mi cumpleaños. Vine al mundo el mismo año que el hombre llegó a la luna, quizás por eso siempre estoy en las nubes, por eso no acabo de aterrizar, ni de echar cabeza, ni de crecer.


Mis cumpleaños infantiles solían estar pasados por agua, sin embargo, esta vez , después de todo lo que ha llovido, el tiempo ha dado una tregua, hoy luce el sol, un poquito triste eso sí, quizás su corazón está con los familiares de las víctimas.


Ojalá no nos vengan más fechas señaladas tan fatídicas, que nadie tenga que cumplir años el mismo día que otros muchos murieron, que los hombres podemos mantenernos a salvo de nosotros mismos. Ya sé que esto es tan utópico como la carta del post anterior, pero es mi deseo de cumpleaños.

lunes, 8 de marzo de 2010

Presentación de mi novela en La Bobadilla


Ayer tuve la suerte de compartir la celebración del Día de la Mujer con la Asociación de Mujeres Santa Fe, de La Bobadilla y de presentarles mi novela "La asesina de los ojos bondadosos". Tomamos un café y les leí algunos párrafos de mi libro, que tuvieron muy buena aceptación. Para finalizar no pude resistir la tentación de compartir con ellas una carta utópica que fue premiada en el certamen Cartas a un Sueño, hace ya varios años. Aunque ya está publicada en el blog, os la dejo por aquí, creo que es apropiada para el día que celebramos hoy. Felicidades a todas las mujeres, pues todas somos trabajadoras, fuera o dentro de casa, bueno o la mayoría (Paris Hilton me hace dudar un poco). Un abrazo, amigas.



TÍTULO: In memoriam

Querida abuela,

Hoy te escribo con el alma llena de esperanza, imagino el brillo en tus ojos al leer esta carta, el color subiendo a tus mejillas y esa sonrisa que llevo grabada en mi mente desde que era niña. Una sonrisa teñida por la tristeza que tratabas de ocultar ante tus seres queridos. Aunque eso lo supe después, en aquel momento para mi sólo era un esbozo de ilusión y esperanza.

Hoy te escribo porque tengo una noticia, más bien una ausencia de noticias, ya es diciembre y durante todo este año no se ha producido ninguna muerte de violencia de género; los telediarios no han mostrado aceras manchadas, ni casas quemadas, ni cuchillos ensangrentados. No hemos guardado minutos de silencio ni hemos vertido lágrimas de hielo, que son las que más duelen porque aristan el corazón. No han hecho falta esas leyes que promulgamos para ayudar a las mujeres maltratadas, los hombres han entendido por fin que somos personas, no objetos de su propiedad.

Querida abuela, sé que te parecerá mentira, que no puedes creer mis palabras; pero lo que te cuento es cierto, lo sé de buena tinta. Todos los informes al final llegan a mí, porque, mi adorada abuelita, tu nieta, esa niña canija que siempre andaba enfrascada en los libros, ahora es la Presidenta del Gobierno y mi última decisión ha sido derogar la ley de cuotas porque ya no es necesaria; las mujeres somos mayoría en el Parlamento y no hemos tenido que renunciar a ser madres. ¿Te podrás creer que me presenté a las elecciones embarazada? Supongo que no, quién votaría en tus tiempos a una mujer en estado de gestación. Mi marido ha renunciado a su trabajo para cuidar de los niños, él se encarga de la organización de la casa, se muestra muy orgulloso de mí. No le preocupa lo que opinen los demás, nadie piensa que si un hombre se queda en casa es menos hombre.

De igual forma las mujeres acceden a cualquier empleo sin ningún tipo de discriminación, no les preguntan en las entrevistas de trabajo si están casadas o tienen novio, no las despiden cuando se quedan embarazadas ni cobran menos salario realizando las mismas tareas.

Por otra parte, hemos dejado de ser meros objetos sexuales, en la publicidad no se nos muestran modelos esqueléticas que propician la anorexia entre nuestras hijas; los cánones de belleza son amplios y no se basan sólo en unas medidas y un peso. Nos sentimos orgullosas de nuestro aspecto, no necesitamos dietas, ni agredir contra nuestro propio cuerpo con operaciones estéticas que nos convierten en meras replicantes. Participamos en la vida cultural, ganamos premios, publicamos novelas, inauguramos exposiciones, diseñamos edificios, construimos puentes... Me dirás que esto ya se daba en tus tiempos, pero puedo asegurarte que no a estos niveles de igualdad con el hombre.

Ya sé, abuelita, que todo lo que te cuento te parecerá increíble, que me he vuelto loca, que hablo de un mundo al revés, que sólo es un sueño irrealizable. Muchas veces pienso en ti, en esa sonrisa rota, en esos ojos siempre húmedos, en tus manos trenzando mi pelo y entretejiendo mi alma con tus caricias. Fue mucho más tarde cuando lo supe todo, aún no te había perdonado por haberme dejado tan pronto, tú y el abuelo me abandonasteis a la vez, desapareciendo de mi vida como un buque fantasma se pierde en la niebla. Nadie me daba explicaciones y crecí con la sensación de angustia, de pérdida, temiendo que cualquier día pasara lo mismo con mis padres.

Después lo entendí todo, fuiste una víctima más de la prepotencia masculina que aún imperaba en tus tiempos, sufriste en silencio durante muchos años hasta pagar con tu vida una deuda nunca contraída. Aunque lo intento no puedo dejar de odiar al abuelo, nada puede justificar lo que te hizo, cómo te arrancó de nuestro lado.

Mi amada abuela, los ojos se me llenan de lágrimas redactando esta carta y el pulso me tiembla, no me regañes por los borrones, estoy escribiendo con la pluma que me regalaste, aún la conservo para no olvidar que el pasado está ahí, que tenemos que estar atentos y sobre todo atentas para que no vuelva a repetirse la historia.

Hoy dejo esta carta sobre el frío mármol de tu tumba y se me encoge el corazón, luego sonrío y pienso: ¡cómo me gustaría ver el brillo de tus ojos al leerla!

Tu amantísima nieta,
Utopía.


jueves, 4 de marzo de 2010

VIII Premio Novela de Ediciones Septem, ¿nadie merecía el premio?


No acierto a comprender como, entre 104 novelas presentadas, el jurado no haya encontrado una sola merecedora de ganar un premio de 1.000 euros y una edición de 500 ejemplares. No estamos hablando de cantidades millonarias, precisamente.

Me da rabia esta decisión, no sólo por mi novela, estoy segura que las habría mejores; sino por lo fácil que es jugar con las ilusiones y las expectativas de los escritores noveles. Supongo que esto mismo que estoy diciendo yo, lo compartirán los otros 103 participantes en el certamen. Cuando te presentas a algún concurso y no lo ganas, al menos sabes que el premio lo recibió alguien que como tú, lucha por abrirse camino en este complidado mundillo (no olvidemos que el editorial es un sector económico y marca sus reglas, y la calidad literaria no es siempre el factor determinante en la publicación de un libro). O, en el peor de los casos, un escritor afin a la editorial, pero al menos lo recibe alguien, se publica el libro y todos tan contentos.

En fin, supongo que lo único que nos queda a los malos escritores, que no somos capaces de construir una historia merecedora de tan magnífico premio, es el derecho al pataleo, y desde aquí lo ejerzo.


Copio textualmente del blog de la editorial:


Se declara desierto el VIII Premio Letras de novela.

La octava convocatoria del Premio Letras de Novela Corta que convoca anualmente Septem ediciones ha sido declarada desierta por el Jurado, quien después de haber leído 104 manuscritos consideró que ninguno de ellos alcanzaba la calidad de los trabajos de ediciones anteriores. Así lo manifestaba la editora de Septem, Marta Magadán, que señalaba que “en términos generales, la calidad de los manuscritos presentados a esta convocatoria no ha estado al nivel de ediciones anteriores”.

El Premio Letras se viene concediendo desde 2003, en su quinta convocatoria el Jurado también lo dejo desierto. En 2009 fue ganador el asturiano Marcelo García Martínez cuyo galardón se suma a los conseguidos por Armando Murias Ibias, Javier García Cellino, Juan José Hernández Carriba, Miguel Ángel González González y Sonsoles Ónega Salcedo.En esta edición se recibieron 104 manuscritos, todos inéditos, de España, México, Argentina, Chile, Bélgica, Francia y Estados Unidos.

El objetivo del Premio Letras es descubrir los nuevos valores de la narrativa en castellano. El Premio consiste en publicación de la novela ganadora a cargo de Septem Ediciones y un adelanto de mil euros en concepto de derechos de autor.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Permitidme que presuma


Y es que Irene, mi hija de ocho años, hoy ha regresado del cole muy contenta porque su profesor la ha felicitado por el cuento que escribió anoche, y le ha preguntado si le había ayudado alguien a redactarlo (sabe que escribo). No, no le ayudé, y mira que lo intenté, eran más de las nueve e Irene tenía que fabricar una historia para el día siguiente, así que me fui con ella a su habitación y empecé a darle ideas. Ideas que fue ignorando una por una, yo apuntaba, ella escribía y cuando terminó la historia no se parecía nada a lo que yo le iba sugeriendo. No me sorprendió demasiado, es lo que suele hacer siempre, no le gusta que interfiera en sus cuentos.


Me ha pedido que lo pase a su blog, y me apetecía ponerlo también en el mío, hace tiempo que no escribo nada en la sección Cosas de niños.


Título: ¿Por qué?


Elena es una niña muy curiosa. Tiene el pelo largo, rizado y castaño. Sus ojos son marrones. Tiene seis años. Siempre está de muy buen humor.
Elena salió a la calle el lunes por la tarde, como veía muchas plantas, le preguntó a su madre:
- ¿Por qué las plantas no se mueven?
- Lo sabrás cuando seas mayor-contestó la madre.
Ella estaba harta de que siempre le dijeran: lo sabrás cuando seas mayor. Ella quería ser mayor para aprender las cosas y entenderlas. Miró por la ventana y vio una estrella fugaz. Pidió un deseo: quería ser mayor por un día.
Al día siguiente se sentía rara y tenía sueño. Su despertador había sonado muy temprano. Y después se tuvo que ir a trabajar y a ella no le gustó. A la hora de comer tenía que preparar la comida. Por la tarde creía que iba a descansar pero no podía, tenía que limpiar la casa. Cuando llegó la noche se durmió muy temprano.
Al día siguiente volvió a ser normal. Y nunca quiso ser más una persona mayor y tampoco preguntó ¿por qué?

Una propuesta atrevida (Editorial Traspiés)


¿Te gusta escribir o ilustrar?, ¿te gusta el sexo? Este es el mensaje que ha llegado a mi Facebook, y como, excepto ilustrar, que soy una negada, me gusta todo lo demás, me atreví a entrar y curioserar sobre el tema. Y me he encontrado con lo siguiente:

"En Editorial Traspiés, para la colección Vagamundos, estamos preparando un libro, muy ilustrado, sobre parafilias. Una antología de microrrelatos inspirados en todo tipo de actitudes o desviaciones sexuales, por supuesto con su correspondientes ilustraciones. Más información en http://librosvagamundos.blogspot.com/
Estais todos invitados, así que anímate y envianos tu texto o tu ilustración, o ambos."

He estado curioseando un poco y no os podéis ni imagninar la cantidad de parafilias que existen, seguro que se os ocurre algún microrrelato. No se trata de escribir pornografía, a este respecto, me ha gustado lo que pone en el blog:
"Todos sabemos lo divertido que puede ser aunar la literatura, el arte gráfico y el sexo, por supuesto este último cuanto más sutil mejor, de estas juntas pretendemos que surja nuestro siguiente proyecto editorial".