sábado, 29 de octubre de 2011

HALLOBLOGWEEN 2011


Mi amiga Teresa Cameselle se ha propuesto movilizar a los blogeros, la excusa, escribir un relato de terror para Halloween. Y como me parece una propuesta divertida me he apuntado, este es mi relato.

Vestida de Piel

El centro comercial se quedó en penumbra. El estruendo anterior había dado paso a un silencio lúgubre que se iba apoderando de cada pasillo, de cada comercio, subiendo hasta la planta alta, colándose por la entrada de los cines. Era el momento que ella aprovechaba para salir, aún se respiraba el olor a humanidad. Era un aroma rancio y dulzón al mismo tiempo, mezcla de sudor y perfume, que le daba la vida, fue aspirando a grandes bocanadas como pez fuera del agua, hasta que vio con placer que ya tenía manos, un par de bocanadas más y aparecerían los pies, subió por las escaleras, en la planta de arriba encontraría más. Se dirigió hacia los cines y estudió la cartelera. Sin duda la película de la sala primera era la más sangrienta, así que se adentró en la oscura estancia. Podía notar el aliento de la gente que hacía unos minutos abarrotaba la sala. Su cuerpo ya tenía la consistencia de la materia humana. Ahora podría salir sin llamar la atención. No aún no, sólo estaba vestida de piel, debía cubrir aquel cuerpo. Volvió a bajar, recordaba haber visto una tienda de ropa en la planta baja. Eligió un vestido negro, ajustado, con amplio escote y lo suficientemente corto para dejar a la vista la mayor parte de sus recién adquiridos muslos. Completó su atuendo con zapatos negros de tacón. Ahora tendría que cumplir con su destino, había respirado, absorbido, acaparado toda la maldad que cientos de personas habían ido dejando en el centro comercial. Algunas solo pequeñas miserias, enojos superfluos que el tiempo había convertido en enconos, otras, odios perversos que les impedían vivir. Llena de la maldad ajena se dirigió a la calle, a lo lejos, entre las sombras vio una figura humana, sonrió dejando ver sus afilados colmillos, allí estaba su primera víctima, sobre ella se desataría toda el odio de la ciudad.

Podeis leer el resto de los terroríficos relatos en el siguiente enlace:

miércoles, 26 de octubre de 2011

Trece cuentos inquietantes en formato ebook


En marzo, para mi cumpleaños, me regalaron un lector de libros electrónico, el Papyre 6.2. Yo, que siempre me había mostrado reacia a prescindir de los libros en papel, tengo que confesar que estoy encantada con mi ebook, porque me permite acceder a una cantidad casi ilimitada de libros, muchos de ellos, los clásicos sobre todo, de forma gratuita.

Por eso, cuando mi editor me propuso publicar en formato digital, no me lo pensé dos veces, quiero que mi libro esté ahí y que esté a un precio económico (4,72 euros IVA incluido) porque entiendo que el precio de un ebook no puede ser similar a un libro en papel, ya que han desaparecido muchos costes (imprenta, distribuidores, minoristas, etc.), y me mosqueo mucho cuando la diferencia entre un libro en papel y uno electrónico apenas es de unos pocos euros. Tengo la sensación de que me están tomando el pelo.

Corro el riesgo de que se descargue ilegalmente, es cierto, pero lo asumo. A fin de cuentas, ¿qué es lo que pretendo cuando escribo? Tener el mayor número de lectores posibles, que la gente disfrute con lo que hago, por ahora (y espero que siempre, si escribiera por dinero sería muy triste) es mi mayor gratificación.

Podéis encontrar más información sobre el libro en formato electrónico en la página de la editorial, donde se puede adquirir enviando un correo a pedidos@hipalage :

http://www.hipalage.com/42601/46943.html

O bien a través del portal Todo Ebook, donde, antes de comprarla se tiene la posibilidad de leer el inicio de la obra:

http://www.todoebook.com/TRECE-CUENTOS-INQUIETANTES-FELISA-MORENO-ORTEGA-EDITORIAL-HIPALAGE-LibroEbook-9788496919433.html

Espero que de esta forma mi libro puede llegar a más gente, nada me haría más feliz.

lunes, 24 de octubre de 2011

Paratodalavida, una hipoteca con suelo, pero sin techo

Había una vez un tipo de hipoteca llamada Paratodalavida. Era una hipoteca tranquila, de andares pausados, de esas que se cuelan en tu casa sin apenas darte cuenta. Poco a poco se hizo dueña de todo el barrio, que digo, de la ciudad, del país, ¡del mundo! … Extendió sus tentáculos sin distinción de clases, hasta los hogares más humildes recibieron su visita.

Paratodalavida sabía bien como comportarse, al principio, modosa, con un interés pequeñito, ofrecía miles de ventajas, que las víctimas (también llamadas clientes) eran incapaces de rechazar. No tenía prisa, ahogaba a su presa despacito, se enroscaba en su cuenta corriente hasta hacerla zozobrar para siempre.
Siempre era la palabra favorita de Paratodalavida. Le gustaba jactarse de que ella era como un hija: deseada al principio, cuidada en sus primeros años, problemática en las épocas de apuros, pero nunca abandonada. Antes que las vacaciones o el coche nuevo, la comilona de los domingos o las copas de los sábados, había que atender a Paratodalavida.
Y si no se podía atender, ella devoraba la propiedad, la engullía sin miramientos, dejando al pobre incauto y a su familia en la calle. Pero Paratodalavida no era tan mala como pudiera parecer, pues, aún estando la víctima (antes llamada cliente) ya desahuciada, ella seguía acompañándolo, con el mismo interés de siempre, no en vano tenía un bonito y rígido suelo.

(Se llama suelo de una hipoteca el  tipo de interés mínimo que te cobran, aunque la suma del euribor mas el diferencial sea menor, ahí va eso, y que me digan que hay que inyectar más dinero a los bancos...)

jueves, 20 de octubre de 2011

El aire que limpia el trigo, de Alfonso Fernández Malo


Hace unas semanas asistí a la presentación del último libro de Alfonso Fernández Malo, El aire que limpia el trigo, publicado por la Editorial Líberman. Antes de leerlo sabía que me iba a gustar, el argumento me resultaba muy familiar. Una niña que crece en un entorno rural y que, de alguna forma, quiere rebelarse contra lo establecido. Salvando las distancias, la novela transcurre en los años cincuenta y yo me crié en los setenta, creo que hay cosas que me unen a esta chiquilla que crece entre animales y aperos de labranza.
Esta historia, que con tanta maestría traza Alfonso en su libro, me ha resultado un fresco de la época, las palabras utilizadas, algunas de ellas ya en desuso, me traen a la memoria esos años, que ahora parecen tan lejanos, en los que las bestias hacían casi todo el trabajo del campo, cuando las máquinas aún no habían desplazado al hombre, y las mulas, burros y caballos eran imprescindibles en las casas de los campesinos. Esa época de autoconsumo, se criaba todo lo que se comería después: las cabras, los cerdos, las gallinas, los conejos...

He disfrutado con la descripción de los maestros del pueblo, del convento de monjas, de la hija del registrador... Y me ha conmovido la relación con su padre, la ternura que desprenden algunos capítulos, así como los descubrimientos que va realizando la protagonista conforme se adentra en la edad adulta.

El título de un capítulo me llamó la atención especialmente: El bicho que le picó al tren. Esta es una expresión muy típica de mi tierra, al menos mi madre solía utilizarla cuando se dirigía a mí, dando a entender que no era precisamente una buena chica.

En definitiva, una obra muy recomendable, y no sólo para nostálgicos, en ella podemos descubrir ese pasado no tan lejano, que forma parte de lo que somos.



En la presentación, el autor junto con Pedro Molino y Miguel Angel Olivares
El autor:

Nace en Torreperogil (Jaén), el 17 de Abril de 1939. Abogado, político y escritor. En 1949, a los 10 años, se marcha a vivir a Sevilla, donde su padre D. Alfonso Fernández Torres, Padre del Socialismo Jienense fue encarcelado, condenado a muerte y conmutada la pena por el destierro, por la represión franquista. En1977 regresa a Jaén, reclamado por el PSOE una vez instaurada la Democracia, donde vive y ejerce su profesión. Es poseedor de las premios literarios: Santo Tomás de Aquino de la Universidad de Sevilla,1962, y Sésamo de Cuentos, Madrid, 1966. Al margen de artículos y colaboraciones poéticas ha publicado: En la Antología Vísperas del Mañana. Colección Río del Sur, Sevilla,1962.

En la Antología Los Premios Sésamo Andaluces, Editorial Sur, Sevilla, 1968. En la Antología Premios Sésamo, Ediciones Sagitario, Barcelona,1975. Libro de cuentos Acoso y derribo, Diputación Provincial de Jaén,1985. Libro de cuentos Un largo suelo de piedras, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Jaén,1999. El libro de poesía Romances, Caja de Ahorros de Jaén, 2000. Los días olvidados, (coautor ), Editorial Germanía,S.L,2002. Historias Republicanas, coautor, Grupo Editorial Liberman,2006. Perros de agosto,libro de paseos,2006. De sol a sol, novela ambientada en nuestro pueblo, Torreperogil, en los años de la posguerra. (Guía Literaria de la Provincia de Jaén de Aurelio Valladares).

martes, 18 de octubre de 2011

La prima de Riesgo

Riesgo, a pesar de su nombre, siempre fue un hombre prudente. No salía de casa sin tomar las debidas precauciones: apagar las luces, revisar que el gas estuviera cortado, comprobar que su presupuesto le permitía las compras a realizar, etc.. Su vida trascurría sin sobresaltos hasta que llegó su prima, la prima de Riesgo, una resuelta jovencita de extrañas costumbres. Por su afición al montañismo, la prima tenía tendencia a subir constantemente, y el corazón de Riesgo se aceleraba hasta límites insospechados.

Riesgo decidió encerrar a su prima en casa, al menos allí tendría un techo que le impediría subir más arriba; como la joven se resistía, debido a su tendencia alcista, Riesgo pidió ayuda a un amigo suyo, muy europeo, que trabajaba en un banco central, BCE, para los amigos españoles, pues los ingleses solían llamarlo ECB.

Pero nada era capaz de detener a la joven e intrépida prima de Riesgo, siguió escalando hasta encaramarse a la chimenea, donde permanece, obstinada, haciendo caso omiso a las súplicas de su primo y de todos los vecinos, ya alarmados por tanto alboroto.



(Un día mi hijo de 7 años y mi hija de 10, me preguntaron qué era la prima de riesgos, lo cierto es que me pusieron en un apuro, traté de hacer un símil que pudieran entender, hoy me he acordado de esa pregunta y me apetecía divertirme un rato, a veces, las cosas serias, como la dichosa prima de riesgo de nuestra deuda, hay que tomárselas a cachondeo, para que no nos amarguen la vida.)

jueves, 13 de octubre de 2011

III Certamen Historias de mis muebles

Me han pedido desde la organización de este certamen que colabore en la difusión, ya que lo hice en ediciones anteriores (el google es muy chivato), como no me cuesta nada, por aquí  dejo la información, espero que os animéis a presentaros.


NOTA DE PRENSA:
Comienza la III edición del certamen “Historias de mis Muebles” organizado por Globaldecó
-Tras el éxito de otras ediciones, en las que han participado más de un millar de personas, se ha incluido una nueva categoría a la fotografía más original

Madrid, 16 de septiembre de 2011/ El grupo empresarial del sector del mueble y la decoración, Globaldecó ha lanzado la III edición del concurso de relato corto “Historias de mis Muebles”, que tras el éxito cosechado en las pasadas ediciones, en las que han participado más de un millar de personas, incluye este año, coincidiendo con su décimo aniversario, una nueva categoría en la que se premia a la fotografía más original.
En esta edición, Globaldecó cuenta con la colaboración de la revista Nuevo Estilo para la difusión y selección de los ganadores. Esta cabecera, referente a nivel nacional en el mundo de la decoración y de los muebles, pertenece al grupo Hearst del que forman parte revistas tan prestigiosas como Elle, AR, Crecer, Diez Minutos, Qué Me Dices o Quo.
El certamen, que se abrió ayer 15 de septiembre, presenta este año dos categorías. En primer lugar, el ya tradicional concurso de relato corto, que tiene como objetivo premiar la imaginación, espontaneidad y capacidad para transmitir sensaciones a través de historias vividas con los muebles, ya sea una experiencia propia o una historia fantástica.
En este caso, los interesados en participar deberán escribir un texto con un mínimo de 500 palabras y un máximo de 1.200, en castellano.
La gran novedad de esta III edición es la inclusión de una categoría dedicada a la fotografía, en la que los participantes deberán capturar una imagen libre relacionada con el mundo del mueble, bien sea en blanco y negro o a color.

Premios
Según el fallo del jurado los ganadores de cada categoría, recibirán un premio de 1.000, 500 y 200 euros, que podrán utilizar en cualquiera de los 57 establecimientos que el grupo Globaldecó tiene repartidos por todo el país. Además, como ya es habitual las obras ganadoras aparecerán publicadas en el próximo catálogo de Globaldecó “Historias de mis Muebles”.
Participación
Todos aquellos que deseen participar, deberán inscribirse y enviar su relato o fotografía antes del 15 de diciembre a través de la página web www.historiasdemismuebles.com. En este portal, se encuentran también las bases del certamen e información más detallada sobre el concurso.
Los ganadores de ambas categorías se darán a conocer el 15 de enero de 2012 a través de la página web del certamen www.historiasdemismuebles.com y de la propia página de la firma www.globaldeco.net.
El grupo Globaldecó

Globaldecó es un grupo empresarial del sector del mueble y la decoración del hogar referente en el mercado nacional. El instinto decorativo, el diseño y la calidad, son signos diferenciadores de la marca.

Para más información: http://www.historiasdemismuebles.com/
 
 

viernes, 7 de octubre de 2011

E.M. o El poder de las letras

(Como lo prometido es deuda, aquí dejo mi cuento, el que se incluye en el libro de la Fundación Abbot)

Nunca pensé que dos letras, dos insignificantes y estúpidas letras, cambiarían el rumbo de mi vida. EM, apuntó el médico en el informe que me entregó sin apenas mirarme a los ojos. Después inició una retahíla científica llena de términos incomprensibles para mí: mielina, autoinmune, brotes…, hasta terminar por pronunciar las palabras que parecía haber esquivado durante toda la consulta: esclerosis múltiple.


Y eso sí sabía yo lo que era, algo terrible.

No sé por qué en vez de ir a mi casa fui a la de mis padres. Quizás esperaba que mi madre me abrazara y me dijera que todo había sido una pesadilla, como cuando despertaba empapada por el sudor de las noches de fiebre y ella enfriaba mi frente con una toalla mojada. Sin embargo, cuando me abrió la puerta, fui incapaz de decirle nada. Saqué fuerzas para engañarla, para fingir una sonrisa falsa y para pedirle una receta que sabía nunca llegaría a preparar.

Después de hablar sobre temas intrascendentes en un forzado tono festivo, me marché de la casa de mi infancia con la sensación de que nunca volvería a ser una niña; que nadie me diría que lo que estaba viviendo era una pesadilla; que la vida real me había atrapado para siempre. Y no hay nada más insoportable que una existencia sin sueños.



Mientras conducía me vino a la cabeza el día que conocí a Alfonso, hacía ya más de dos años. Me mareé al salir del coche, en mitad del aparcamiento del supermercado. Él salía de su coche y se acercó para atenderme. Siempre nos reímos cuando recordamos la extraña forma de conocernos, y damos gracias a aquel mareo que nos fue tan propicio. Ahora, tras escuchar al médico, sé que pudo ser uno de los primeros síntomas de mi enfermedad, de esa EM que amenazaba con comerse mi vida.

Me llevó en su coche a urgencias, pasó toda la tarde a mi lado, yo se lo agradecí emocionada, me encontraba tan sola. Mis padres se habían marchado de viaje, y en aquellas fechas, pleno agosto, apenas me quedaban amigos en la ciudad. Intercambiamos los teléfonos, él acababa de llegar de Alcaudete, un pueblo perdido entre olivos, en la provincia de Jaén, apenas conocía a nadie. Me hizo gracia su acento andaluz, esa forma descarada de comerse las eses y las des. Me gustaron sus manos, que apretaban con firmeza las mías, sus ojos nobles, su nariz recta. Aquella misma tarde pensé que sería un buen padre para mis hijos, esos que aún dudaba si quería tener. Mi edad, me acercaba a los treinta y cinco, me apremiaba.

Alfonso pronto se instaló en mi vida e hizo que olvidara al resto de amantes que alguna vez pasaron por mi cama. Sólo eran cuerpos vacíos, nunca significaron nada. Historias llenas de formas, sin fondo.

Entonces dudaba. Ahora quiero. Lo deseo, lo que más y, sin embargo, dos letras se interponen entre esos niños y yo. El bebé que llevamos buscando sin éxito desde hace más de tres meses, el que nunca vendrá. No puedo traer hijos al mundo sin saber si seré capaz de cuidarlos, de verlos crecer, de acompañarlos a la guardería, al colegio,..

¿Y Alfonso? Debo romper con él antes de que se entere de nada. Afrontar este camino, cerrar una etapa de mi vida, la de mujer sana, y adentrarme sola en esta nueva existencia marcada a fuego con dos letras, indelebles, insalvables.

Abro la puerta del apartamento con la firme convicción de que será la última, que me marcharé de allí para no volver. No sé si regresar a casa de mis padres, o irme a otra ciudad donde nadie me conozca, donde nadie pueda tenerme lástima.

Alfonso sale a mi encuentro, como si estuviera acechando tras la puerta de entrada y mis pasos por el pasillo le hubieran alertado de mi llegada. Tiene los ojos rojos y me mira con mucha intensidad, ha llorado. No, no puede saberlo, yo no le he dicho nada a nadie.

¾Han telefoneado de la clínica, te dejaste el informe allí, como no me cogías el móvil me pasé a recogerlo, tuve que insistir, decirle que era tu marido, pero al final me lo dieron. ¿Por qué no me has llamado? ¾dijo mientras me abrazaba con todas sus fuerzas, hasta hacerme daño.

Y todos mis planes de marcharme, de contarle que me había enamorado de otro, de que ya no lo quería, todos, uno por uno, se vinieron abajo. Como yo, que me dejé abrazar, consolar, besar,…



Han pasado varias semanas pero aún no se lo he dicho a mis padres. Es nuestro secreto. Cuando él ve que tengo lágrimas en los ojos me los seca con sus labios, luego recorre mi cara en un sendero de besos inagotables, hasta llegar a mi cuello y hundirse allí un ratito. Sé que está sufriendo por mí, aunque se ría de mis despistes y de los golpes que me doy contra las puertas, como hacía antes, cuando esos golpes eran inocentes. Pero nada es como antes, ahora cada cosa tiene un significado distinto, mucho más cruel.

Leo mucho sobre la enfermedad, cada día entro en Internet, veo videos de personas en estado avanzado. Sé que no debería, creo que el médico me aconsejó que no lo hiciera, pero mi sed de saber me ha vuelto masoquista, apenas hago caso a las personas que llevan bien la enfermedad, me gusta centrarme en los casos graves, en los incurables. Lo que más me aterra es que no hay una solución definitiva; que, aunque mejore con los tratamientos, la enfermedad siempre estará ahí acechándome tras ese par de letras homicidas.



Llevo una semana sin salir de casa, me paso el día en pijama, no quiero volver a la clínica, es una actitud irracional, debería empezar con los inmunodepresores. Sí, ya toda esta jerga me es familiar, he leído y he visto tanto que podría impartir una conferencia sobre el tema. Todo empieza en el cerebro, y ahí se queda, para siempre.

Mi actitud no es la correcta. Lo sé. Me paso la mañana tumbada en el sofá. Cuando vuelve Alfonso, me echo en sus brazos y lloro un rato. Sé que le hago daño, y no me importa. La que está enferma soy yo, merezco recibir toda su atención. Me he vuelto egoísta, me aprovecho de la situación, no quiero evitarlo, es mi pequeña compensación por todo lo que me queda que sufrir.

Alfonso me ha convencido para iniciar el tratamiento. No han sido sus palabras las que me han persuadido, fueron sus ojos, el miedo a perderme que vi reflejado en ellos.

El médico de cabecera me ha explicado en qué consiste, me ha dado cita para el neurólogo. En unos días empezaré a pincharme.

No tengo ganas de vivir, no tengo fuerzas para seguir luchando. La medicación me deja anulada, a veces dudo de si sigo siendo una persona, si una vida así merece la pena. Paso el día en pijama, esperando que venga Alfonso. Cuando llega me abrazo a él, sus besos son como agua fresca, se bebe mis lágrimas y me anima a seguir. Me gustaría decirle que todo esto lo hago por él, que ya no deseo vivir, pero me callo, no soy tan cruel.

Hoy me ha dado un brote. Hemos acabado en urgencias, no veía nada y me sentía mareada, mis pies no podían sostenerme, caí al suelo. Como pude me arrastré hasta el teléfono, Alfonso vino enseguida. Me pregunto cuánto tiempo soportará vivir con una enferma. Me siento encerrada en un cuerpo inútil. A veces me pregunto por qué no me atropelló un coche, todo hubiera sido mucho más fácil, más corto, más llevadero.

Mi madre viene todos los días, creo que se lo ha pedido Alfonso, tiene miedo de que haga alguna locura, hasta para eso soy cobarde, no me imagino segando mi vida con una cuchilla de afeitar y me cuesta un mundo tragarme una pastilla, no soportaría hacerlo con un bote entero. Mi madre está triste, sus pupilas no brillan, contrastan con la aparente vitalidad que derrocha a su alrededor: limpia, cocina, me lee un rato; el cansancio me impide sujetar los libros. Me doy cuenta que sus ojos sólo son un reflejo de los míos, su pena es se alimenta de mi aflicción; y eso me da fuerzas para seguir luchando, no soporto verla así.

Hoy he salido de casa. Ha sido un pequeño paseo, hasta el parque más cercano. Es increíble. La vida sigue, la primavera ha asaltado los arriates, colmándolos de flores; los árboles se cubren de hojas; los jóvenes pasean abrazados… Y yo sigo aquí, lamentándome de mi enfermedad.

Anoche hice el amor con Alfonso. Sí, hacía dos meses que no teníamos sexo, sentía que la enfermedad me quitaba atractivo y yo no quería que lo hiciera conmigo por lástima. Me puse el conjunto negro de seda, el que me trajo de París. En el espejo me vi hermosa. Un poco más delgada, con algunas ojeras que traté de corregir con el maquillaje. Hacía mucho tiempo que no me pintaba, ni siquiera la línea negra de los párpados que antes consideraba imprescindible. Él no lo esperaba, me abrazó llorando. Pronto se dio cuenta de que yo necesitaba pasión, no lágrimas. Y la derrochó, cubrió mi piel de besos. A cada caricia me sentía más viva, más afortunada, casi había olvidado el placer de sentirme deseada, la vitalidad de su cuerpo moldeando el mío en un abrazo interminable.

Le he pedido el alta a mi médico de cabecera. Mañana iré al trabajo, la medicación mantiene los brotes bajo control, apenas noto un ligero mareo por las mañanas y el cansancio que me acompaña todo el día, un compañero pesado y ominoso. He prescindido de los zapatos de tacón, me siento más segura con los planos. Contaré a todos que padezco esclerosis múltiple, así sabrán cómo actuar si sufro un brote en la oficina. No me afectarán sus miradas de lástima, no las consentiré, soy una persona normal que sufre una enfermedad, como el que tiene un resfriado, la única diferencia es que nunca me curaré del todo.



Hace una semana que apenas duermo, no me ha venido la regla, siete días de retraso es mucho para alguien tan puntual como yo. No se lo he dicho a Alfonso. Pudo ser esa primera noche, luego tomamos precauciones, pero ese día no, ninguno reparó, era tan fuerte el deseo…

Estoy embarazada, las dos rayitas se han puesto rosas, y tengo ganas de llorar. Debería estar feliz, contenta por conseguir por fin mi sueño de ser madre, de tener una piel suave pegada a la mía, de escuchar de su boca la palabra mamá. ¿Qué madre puedo ser yo? A veces ni siquiera tengo fuerzas para levantarme, me pesan los pies, los brazos, ¿cómo podré bañarlo, alimentarlo?

No tengo alternativa, no hay lugar para la elección. Este niño no debe nacer, no permitiré que sea un desgraciado con una madre inválida. Ahora sólo es una cosita insignificante, su corazón un puntito diminuto, no sufrirá. La cita en la clínica es para la semana que viene. Iré sola.



La habitación es luminosa, un amplio ventanal me permite ver el parque de enfrente, unos niños juegan en los toboganes y columpios, bajo la atenta supervisión de sus madres. Unas lágrimas se escapan de mis ojos, pensé que ya me había secado. Llevaba varios días sin poder llorar, ni dormir, sólo pensar, pensar una y otra vez en lo que estaba dispuesta a hacer.

No puedo echarme atrás, yo no sería como esas madres sanas, no podría jugar con mis hijos en el parque, ni subirlos a los columpios, ni empujarles.

De pronto algo llama mi atención: una mujer anda de forma extraña, como si tuviera miedo a caerse en cualquier momento, creo que lleva algo en la mano. Sí, es un bastón. Agarrada a su otra mano, la izquierda, una niña de apenas dos años. La mujer se sienta en un banco, la niña corre a jugar con la arena, de vez en cuando mira hacia el banco para comprobar que la mujer, supongo que su madre, sigue allí. Apenas lleva cinco minutos jugando cuando se levanta y va corriendo para darle un beso.



La enfermera me saca de la tierna escena. Viene con un formulario, el último que tengo que firmar antes de la intervención. Noto que me falta el aire, que el suelo se ha convertido en un remolino bajo mis pies. Quiero hablar con el médico, puedo decir antes de caerme desmayada.



De regreso a casa, en el taxi, me voy liberando de todos mis miedos. Sobre el espejo retrovisor veo las fotos de dos niños pequeños, algo desvaídas.

¾¿Son sus hijos? ¾pregunto.

¾Sí, ya están más grandes, fíjese usted, la mayor empieza este año la universidad, pero me gusta esta foto, la llevo ahí desde siempre.

¾Es una foto preciosa ¾le digo casi llorando

¾¿Le pasa algo señora?

¾No, nada, tonterías mías.

Alfonso ya está en casa, me pregunta dónde he estado, se lo cuento todo, ya no tiene sentido ocultarlo. Me abraza. Sé que me ayudará, que siempre contaré con él.



Salimos juntos de la consulta, el médico me ha dicho que la enfermedad no tiene por qué afectar al embarazo, por ahora todo va bien. No podrán ponerme el tratamiento hasta que termine la gestación, pero lo más probable es que no sufra ningún brote en estos nueve meses.

Mi vientre crece, la piel se dilata. Conforme mi cuerpo se vuelve más pesado mis pensamientos se tornan ligeros, ingrávidos. El peso de la enfermedad maldita se compensa con la esperanza que nace de las pataditas que, cada vez con mayor frecuencia, me propina el bebé.

Mientras acaricio mi barriga, pienso que las letras sólo tienen la importancia, el poder que nosotros les otorguemos, que no debemos dejarnos intimidar por la fuerza que la enfermedad les confiere.

Mi hija, estoy segura de que será niña, se llamará Eva María, una EM que será capaz de contrarrestar todos los efectos malignos de la otra EM, la esclerosis múltiple.

Ahora puedo soportar la idea de que esas dos letras me acompañarán el resto de mi vida.



martes, 4 de octubre de 2011

El precioso libro de la Fundación Abbot


Hoy se celebra el acto de entrega de premios del Certamen de Relatos sobre Enfermedad Crónica, organizado por la Fundación Abbot. Por la distancia, será en Madrid, y el trabajo, me será imposible asistir. Los ganadores y finalistas se recogen en un precioso libro, con prólogo de Carmen Posadas, y tengo la suerte de que mi relato EM o el Poder de las Letras se encuentra incluido en él. Hace unos días recibí en mi casa varios ejemplares y, nada más verlo, pensé que había merecido la pena el tiempo invertido en escribir este cuento, y espero que su lectura pueda servir de consuelo a las personas que padecen esclerosis múltiple.

Me han publicado muchos cuentos en antologías de certámenes, creo que ando por la treintena, pero, sin duda, este libro es el mejor editado. Todos los relatos están acompañados de unas hermosas ilustraciones, en blanco y negro sobre un papel transparente, y en color. La portada, de un azul intenso, tiene un tacto aterciopelado y dos lazos de raso cierran el libro. El papel y el tipo de letra se alian para facilitar la lectura. Creo que el futuro de los libros en papel estará ahí, en obras con una buena edición, que seduzcan al lector, si no, el libro electrónico se lo comerá todo. 



NOTA DE PRENSA

La Fundación Abbott convocó en 2010 la primera edición del Certamen de Relatos Fundación Abbott sobre Enfermedad Crónica. El objetivo de esta iniciativa es el de concienciar a la sociedad de la repercusión que estas patologías causan, tanto a las personas que las padecen, como a su entorno social y familiar. La dotación del Certamen consiste en el premio de 3.000 euros para el relato ganador y la concesión de un accésit de 1.500 euros.




La temática de los relatos era libre, siempre y cuando estuviese relacionada con las enfermedades crónicas. La convocatoria resulta un gran éxito de participación al recibirse casi 500 relatos, muchos de ellos de gran calidad tanto formal como en la pertinencia de su temática con los objetivos de sensibilización perseguidos con esta iniciativa.
Tras las oportunas deliberaciones los miembros del Jurado de este Certamen, acordaron en su reunión celebrada para tal efecto, el siguiente fallo:
Relato Ganador del Premio:

"El Bicho" de Ana Isabel Coco Martín

Relato distinguido con el accésit: "Por Natalie" de Lourdes Aso Torralba

Asimismo el Jurado declaró finalistas a los siguientes relatos, que junto con el relato ganador del Premio y el relato premiado con el accésit, serán editados en el libro conmemorativo de esta I Edición del Certamen:

"Complejas operaciones de división celular" de Elena Alonso Frayle

"El dolor de los abrazos" de María Jesús Franco Durán

"El jardín de las delicias" de Leonardo Pablo Agustina Sanllehi

"EM o el poder de las letras" de Felisa Moreno Ortega

"La luz de la esperanza" de Rosa María Echeverría Pazos

"Mamá está preocupada" de María del Mar Funes Rivas

"No era el final pero se le parecía tanto" de A. Yáñez

"Penélope" de María Jesús Silva García

"Pompas de Jabón" de Manuel Merenciano Felipe

"Recuerdos agrietados" de Carlos Lorenzo Granja

El Jurado del Certamen estuvo compuesto por la escritora Carmen Posadas; Hugo Liaño, Jefe de Servicio de Neurología del Hospital Puerta de Hierro de Madrid y Profesor titular de la Cátedra de Neurología de la Universidad Autónoma de Madrid; José Manuel Sánchez Ron, Catedrático de Historia de la Ciencia del Departamento de Física Teórica de la Universidad Autónoma de Madrid y miembro de la Real Academia Española; y Eduardo Úcar, Presidente de la Sociedad Española de Reumatología, ejerciendo Antonio Bañares, Director General de la Fundación Abbott las funciones de secretario del Jurado.
El acto de entrega del Certamen será presidido por D. Javier Fernández-Lasquetty, Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, y tendrá lugar el martes 4 de octubre de 2011 a las 19:30 horas en el Auditorio de la Real Casa de Correos (Puerta del Sol, nº 7). Ver invitación.

lunes, 3 de octubre de 2011

Caníbales, un relato de la Cosecha Eñe

Tras varios intentos infructuosos, en esta edición del premio Coseña Eñe, uno de los más importantes en su género, he conseguido pasar la primera criba y estar entre los aspirantes al premio. Sé que no parece mucho, pues lo más probable es que mi cuento Caníbales no se incluya entre los diez finalistas, pero si tenemos en cuenta que se han presentado más de 3.000 relatos, es para estar dando saltos de alegría.
Es uno de los últimos cuentos que he escrito, y se sustenta sobre la conversación que mantiene un abogado defensor con su cliente, un asesino en serie que se come a sus víctimas.

Si queréis leerlo podéis hacerlo en el siguiente enlace:
http://www.revistaparaleer.com/cosecha/relatosDetalle/3717

Como hay establecido un premio para el relato más votado, agradecería que, si os gusta, votéis por él. Gracias.


domingo, 2 de octubre de 2011

Fotos del Taller de Relato en Noguerones

¡A trabajar! Tras un primer momento de indecisión, todos los asistentes escribieron un pequeño relato.


Las chicas más jóvenes también se atrevieron a escribir un relato.


La presidenta me hace entrega de un diploma y un abrecartas precioso, ¡gracias!

Para terminar, una foto del grupo
No me queda sino agradecer a la Asociación de Mujeres Las Nogueras la invitación que me hicieron para impartir este taller. Lo he pasado genial, y creo que los asistentes también, al menos eso es lo que me han comentado, la mayoría se han quedado con ganas de más, y yo me he comprometido a realizar una segunda parte, al menos. No sé si habrán aprendido mucho, pero al menos nos hemos reído un rato, y hemos compartido nuestra aficción por la literatura.