viernes, 29 de abril de 2011

Vivir la magia de la literatura (en Martos)








Hay momentos mágicos que no se pueden expresar con palabras, que suceden, que devienen, que traspasan nuestra piel y nos calan hasta el alma. Hay momentos que compensan, que consuelan, que confortan en las horas bajas. Y el miércoles por la tarde sucedió, en el encuentro que tuve en Martos, viví la magia de la literatura, comprendí por qué estoy tan enganchada.

El ambiente era propicio, los sótanos de una casa construida con el amor de una pareja, una historia de amor que rompió la guerra, cuando murió el marido. La esposa se marchó y la casa quedó inhabitada durante más de ochenta años. Ahora, entre sus paredes, viven mil historias de amor, de guerra, de miedo, de risa,... Cientos de libros a disposición de todos los ciudadanos de Martos.


Muchas veces he hablado en este blog de mis inseguridades como escritora, de las decepciones que he sufrido con editoriales o agentes, del sufrimiento que supone corregir una y otra vez, de no saber si lo que escribo realmente tiene un valor, si tiene calidad suficiente, si llegará a los lectores. Hoy quiero compartir algo bueno, lo mejor que le puede suceder a un escritor, el encuentro con sus lectores.
Yo sabía que la mayoría de la gente que asistiría al acto ya había leído mi novela por eso decidí centrarme en mi libro de relatos, pensé en hablar sobre el cuento, su evolución a lo largo de la historia y sus características principales. Intercalé lecturas de fragmentos de mis relatos, para ello conté con la ayuda del público, que se prestó a colaborar, como se ve en las fotos.
Al final de mi charla, llegaron los comentarios sobre mi novela, sobre mi asesina de ojos bondadosos, hablamos de los personajes, de las motivaciones, de los paisajes, de los olivos, del final… Un poco de todo. La opinión era unánime, les había gustado mucho mi libro. Alguien me dijo: sigue escribiendo, no lo dejes. Y lo dijo de tal forma que me emocioné. Yo, que soy de lágrima floja, estuve a punto de llorar. Le di las gracias, y pensé que no tenía por qué preocuparse, que seguiré escribiendo, que el veneno de la literatura circula por mis venas, que ya no puedo dejarlo, que mi pasión es indestructible, como los olivos.

“Allí estaban sus raíces, como las de los olivos, eran gruesas y profundas, enredadas en la suelo, fecundas y ásperas. Tantos años alejada de su tierra y aún conservaba sus raíces. Su padre le contó un día que los olivos eran árboles fuertes, duros, acostumbrados a sufrir, apegados a los suyos. Le contó cómo resistían las heladas, los ardientes agostos, el granizo, la nieve. Le contó cómo resucitaban tras ser cortados por el tronco y que la única forma de matarlos era arrancarlos de raíz.” (Extracto de la novela La asesina de los ojos bondadosos, una chica lo traía apuntado en un papel para decirme que le había gustado especialmente esta descripción)

10 comentarios:

Victor Fragoso dijo...

Animo Felisa, la inseguridad no es mala cuando es complemento de la cautela, y es negativa cuando se transforma en miedo. Como te dije en una ocasión, ninguna editorial tira piedras contra su propia tejado,y, si te han publicado, será por algo. Creo que en la vida de un escritor se crean cosas buenas, malas y regulares. Hay de todo, como en botica, pero cuando se ha creado algo que ha interesado, se ha publicado, hay que creer en las posibilidades de uno. Un saludo, que no hay quien nos vea el pelo ¿a que sí?

Anónimo dijo...

Hola Felisa, coincido con las palabras de Victor. Y que sepas que no soy de lágrima fácil pero me he emocionado al leer esta entrada. Porque te he imaginado frente a quien te animó a que sigas, porque es en esos momentos que parece que todas las penurias de este oficio sean menos penas. Y porque, lo confieso, sí me nacen dos aguillas al recordar la primera presentación de mi libro y los primeros aplausos, las primeras miradas...ninguna editorial y sus silencios podrá quitarme aquello.
Felisa, sigue escribiendo, también por mi.
Un saludo.

Anónimo dijo...

Ánimo Felisa, merece la pena, por ti, por todos. Valeriano.

Toni Barnils dijo...

La inseguridad nos hace mejores, SIEMPRE. Ella nos empuja a prestar más atención sobre todo lo que hacemos y, acto seguido, la firmeza de sentirnos implicados más en nuestra tarea....No te daré ánimos, solamente te diré adelante.

Ardilla Roja dijo...

¿Aún tienes dudas, Felisa?

Yo, como lectora no tengo ninguna. Vales mucho. Tu asesina me acompañó en horas bastante complicadas y recuerdo que la lectura de ese fragmento precisamente me ayudó bastante. Mis raíces no son andaluzas, pero en esos momentos debía ser como el olivo y resistir.

Felisa, este es un mundo muy dificil, hay mucha competencia; no obstante tus raíces si son las del olivo, tienes fuerza y coraje de sobra para rebrotar tantas veces como sea necesario. Lo sabes.

Un abrazo.

Felisa Moreno dijo...

Hola Victor,
No tengo dudas de que quiero seguir escribiendo, sobre lo que dudo es si realmente vale la pena lo que hago, por eso estos encuentros me refuerzan tanto la autoestima.
Estoy un poco perdida,sí, demasiado trabajo y líos personales.
Un abrazo.

Felisa Moreno dijo...

Gracias, Ginés, por tus palabras. Tienes mucha razón, qué nos quiten lo bailaó, como se dice por aquí. Nuestros buenos momentos son tan nuestros como los malos y tenemos derecho a disfrutarlos, seguro que pronto estarás presentando otro libro. Un abrazo.

Felisa Moreno dijo...

Gracias, Vale, sé que siempre me has apoyado, desde el principio. Te deseo mucha suerte para tu próximo reto.

Felisa Moreno dijo...

Gracias, Toni, y bienvenido a mi blog, creo que es la primera vez que te veo por aquí. Estoy de acuerdo contigo, la inseguridad nos hace seguir esforzándonos, que triste sería pensar que somos los mejores,que lo hacemos todo perfecto. Saludos

Felisa Moreno dijo...

Gracias, Cati, las ardillas también son ágiles y fuertes, estoy segura que a ti tampoco podrán tumbarte con facilidad. Un beso.