viernes, 20 de septiembre de 2013

Artículo Diario Jaén: ¿Apadrinar universitarios?

¿Apadrinar universitarios?

En los últimos días se ha hablado mucho de la propuesta de la rectora de la Universidad de Málaga  en la que plantea la posibilidad de que empresas y particulares puedan donar dinero para aquellos estudiantes que se queden fuera del sistema de becas estatales con la reforma del ministro Wert. En Internet he leído muchos comentarios despectivos de gente que considera un atraso apadrinar a un estudiante mediocre. Quizás no son conscientes de que ya están costeando a miles, que con sus impuestos están pagando una Universidad pública para todos, donde unos se esfuerzan por llegar a la “mediocre” nota de 6,5 para no ver truncadas sus esperanzas de progresar en la vida y otros viven tranquilos, amparados por las billeteras de sus padres y se aprovechan del 80% de financiación pública que sostiene los centros universitarios.
Estoy convencida de que es necesario mejorar el rendimiento de nuestros estudiantes, que no podemos permitirnos estar en los niveles más bajos de los países de nuestro entorno. Para ello no solo es necesario exigir más nota a los becarios, sino también a aquellas personas que disponen de recursos para estudiar. Si no alcanzan una nota mínima, a la calle. Que paguen el cien por cien de sus estudios en un centro privado.
Yo estudié con becas. Durante tres años estuve con el alma en vilo pensando que un suspenso podía acabar con mis sueños. Entre mis amistades había gente que no tenía ese miedo, que no temía repetir, pues sus padres podían permitirse mantenerlos en la universidad los años que hicieran falta.
Seamos justos y llamemos a las cosas por su nombre, ¿queremos una sociedad igualitaria tal como marca nuestra Constitución? Si es así  deberíamos dar oportunidad a todo aquel que supere la nota de acceso. El Gobierno tiene la obligación de garantizar las becas necesarias, pero si no la cumple, me parece bien que lo hagan los particulares a través de un sistema de mecenazgo. Las críticas negativas pueden venir de aquellos a los que aún les sigue molestando que los hijos de campesinos y albañiles puedan llegar a ser abogados, maestros o médicos; y que ocupen los puestos que, tradicionalmente, les han correspondido a sus hijos.
(Artículo publicado en el Diario Jaén)