¿Apadrinar universitarios?
En los últimos días se ha hablado
mucho de la propuesta de la rectora de la Universidad de Málaga en la que plantea la posibilidad de que
empresas y particulares puedan donar dinero para aquellos estudiantes que se
queden fuera del sistema de becas estatales con la reforma del ministro Wert. En
Internet he leído muchos comentarios despectivos de gente que considera un
atraso apadrinar a un estudiante mediocre. Quizás no son conscientes de que ya están
costeando a miles, que con sus impuestos están pagando una Universidad pública
para todos, donde unos se esfuerzan por llegar a la “mediocre” nota de 6,5 para
no ver truncadas sus esperanzas de progresar en la vida y otros viven
tranquilos, amparados por las billeteras de sus padres y se aprovechan del 80%
de financiación pública que sostiene los centros universitarios.
Estoy convencida de que es necesario
mejorar el rendimiento de nuestros estudiantes, que no podemos permitirnos
estar en los niveles más bajos de los países de nuestro entorno. Para ello no
solo es necesario exigir más nota a los becarios, sino también a aquellas
personas que disponen de recursos para estudiar. Si no alcanzan una nota
mínima, a la calle. Que paguen el cien por cien de sus estudios en un centro
privado.
Yo estudié con becas. Durante tres
años estuve con el alma en vilo pensando que un suspenso podía acabar con mis
sueños. Entre mis amistades había gente que no tenía ese miedo, que no temía
repetir, pues sus padres podían permitirse mantenerlos en la universidad los
años que hicieran falta.
Seamos justos y llamemos a las cosas
por su nombre, ¿queremos una sociedad igualitaria tal como marca nuestra
Constitución? Si es así deberíamos dar
oportunidad a todo aquel que supere la nota de acceso. El Gobierno tiene la
obligación de garantizar las becas necesarias, pero si no la cumple, me parece
bien que lo hagan los particulares a través de un sistema de mecenazgo. Las
críticas negativas pueden venir de aquellos a los que aún les sigue molestando
que los hijos de campesinos y albañiles puedan llegar a ser abogados, maestros
o médicos; y que ocupen los puestos que, tradicionalmente, les han
correspondido a sus hijos.
(Artículo publicado en el Diario Jaén)
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