Tengo que reconocer que me han emocionado sus palabras y he querido traerlas a mi blog, conservarlas aquí, entre mis recuerdos. Este blog, entre otras cosas, es un disco duro externo; que mi memoria interna está muy saturada. Aquí las dejo:
"No acostumbro a hablar en público de las lecturas y aún menos de los libros, razones de peso me apoyan; pero me quedo con la más caprichosa: no me gusta y menos cuando se trata de un conocido a amigo. Otra más difícil de confesar: me da vergüenza porque casi nunca coincido con los demás a la hora de ver e interpretar lo leído.
Lo más cercano, para mí, de Andalucía es la voz de mi madre, una gallega que canta como si naciera entre fandangos, sevillanas o colombianas, sobre todo colombianas (mi infancia es una emoción inexplicable y la boca abierta de los vecinos que dejaban sus quehaceres para oírla cantar, siempre a escondidas; cantaba a solas cuando creía que nadie la escuchaba). Aparte de esto, salvo la anécdota del librillo “Jean” (nombre de un papel de fumar que hasta que fui al colegio confundí siempre con Jaén), no sé mucho más.
Supongo que nadie entiende por qué digo todo esto, ni yo sabría explicarlo; tampoco es importante, si acaso una muestra de mí complicada manera de entender un texto. El caso, creo, es que viene a cuento, porque nada más entrar en Jaén comencé a presentir la proximidad del mar, lo digo con sinceridad y desde donde casi se oyen los embates del Atlántico, a pesar de que Google Earth diga lo contrario, Jaén tiene mar: “…un gigantesco mar de olivares”, leí al llegar al capítulo 3 en la página 33; la confirmación del presentimiento. Ahí me atrapó “La asesina de los ojos bondadosos”, a partir de ahí comencé a pensar. Sé que no es lo correcto, pero es lo que me ocurre; inevitablemente, ante las emociones la mente discurre y se pierde en elucubraciones. Pero no es en balde, nada de eso, al contrario, porque cuando consigue hilar un pensamiento satisfactorio me emociono como un niño. Después, al continuar con la lectura, tras las palabras “Somos de donde nacemos”, descubrí algo que venía intuyendo, mejor dicho, que la autora me incitaba a intuir: “…los olivos eran árboles fuertes, duros y acostumbrados a sufrir, apegados a los suyos”, “...resucitaban al ser cortados por el tronco y la única forma de matarlos era arrancarlos de raíz”. También puedo decir que me recordó a Kapuscinski, un autor al que tengo entre los preferidos, pero lo verdaderamente importante ha sido su lectura, un tipo de lectura de la que me aparto como del hierro candente. No porque me disguste, al contrario, me falta valor para sentirla y por eso la pienso, prefiero pensarla, encontrarle las reflexiones que nos eviten los sufrimientos y los vientos de Levante.
A pesar de los deseos de visitar Jaén que me dejas; bikiños, Felisa."
Texto extraído del blog Impulsos:
3 comentarios:
A ti, Felisa, el placer ha sido mío :-)
Bikiños
Felisa, representamos a tus lectores (de la asesina).
Quien no lo lea no sabe lo que se pierde...
Un beso,
Mi recuerdo de Jaén es siempre el mismo... un viaje a Sevilla, una carretera casi lineal y, a su vera, un inmenso mar de olivos y más olivos adornado magistralmente el paisaje. Es algo similar al recuerdo que tengo de mi tierra materna, naranjos y más naranjos.
Espectáculos vivos que no desaparecen nunca de mi mente.
Saludos y abrazos Felisa y
XoseAntón...
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