F. nació hace muchos años en un país lejano, donde sólo crecían olivos y melocotoneros. Desde pequeña dio muestras de ser un poco sabihonda, se dedicaba a plantear preguntas imposibles que molestaban a los adultos, así que todos procuraban esquivarla. Encontró refugio en los libros, no solían salir corriendo cuando ella se acercaba y obtenía de sus páginas muchas de las respuestas que le negaban. Después se atrevió a escribir, a llenar de historias sus cuadernos escolares. Descubrió que se podía ser muy feliz inventando mundos nuevos, a su medida.
Creció y decidió hacerse mayor estudiando una carrera de números, de esas que tienen buenas salidas laborales y aletargan al alma. Olvidó su afición por la escritura, y se centró en ser una persona normal, de las que vemos en cualquier sitio haciendo cualquier cosa. Pero ella no es como el resto de la gente, tiene un duende dentro de la cabeza. El duende del cuento, claro está. No es verde ni saltarín pero se pasa el día contándole historias y eso hace que F. sea más despistada que la mayoría. Este es un dato que te puede ayudar a descubrirla si un día te la cruzas por la calle.
Un día F. escribió una carta de amor, la metió en una botella y la lanzó al ciberespacio. Al cabo de un tiempo recibió respuesta. Tú carta me ha gustado y quiero regalarte algo, decía el mensaje que recibió, te regalo confianza en ti misma, toda la que necesites, la que te haga falta para volver a escribir, para recuperar a la niña que redactaba cuentos en cuadernos escolares.
Con este inmenso presente F. no tuvo más remedio que ponerse a escribir y a seguir mandando mensajes en botellas, a veces tenía respuesta otras no, pero ya nunca dejó de enviarlos porque estaba segura de que siempre había alguien al otro lado dispuesto a leerlos.
Creció y decidió hacerse mayor estudiando una carrera de números, de esas que tienen buenas salidas laborales y aletargan al alma. Olvidó su afición por la escritura, y se centró en ser una persona normal, de las que vemos en cualquier sitio haciendo cualquier cosa. Pero ella no es como el resto de la gente, tiene un duende dentro de la cabeza. El duende del cuento, claro está. No es verde ni saltarín pero se pasa el día contándole historias y eso hace que F. sea más despistada que la mayoría. Este es un dato que te puede ayudar a descubrirla si un día te la cruzas por la calle.
Un día F. escribió una carta de amor, la metió en una botella y la lanzó al ciberespacio. Al cabo de un tiempo recibió respuesta. Tú carta me ha gustado y quiero regalarte algo, decía el mensaje que recibió, te regalo confianza en ti misma, toda la que necesites, la que te haga falta para volver a escribir, para recuperar a la niña que redactaba cuentos en cuadernos escolares.
Con este inmenso presente F. no tuvo más remedio que ponerse a escribir y a seguir mandando mensajes en botellas, a veces tenía respuesta otras no, pero ya nunca dejó de enviarlos porque estaba segura de que siempre había alguien al otro lado dispuesto a leerlos.
(Una idiotez que escribí hace tiempo y como hoy estoy un poco tonta... decidí ponerlo para animarme. )
13 comentarios:
jajaja Pues a mi me parece una historia encantadora. El pero que le encuentro es que pintas a F. como a una abuela con eso de que nació hace muchos años, cuando F. todavía es una niña.
Yo también ando algo tonta. Yo creo que es el frío. (A algo hay que echarle la culpa)
Un beso
De idiotez nada, Felisa, a mí me ha gustado mucho la historia. Creo que todos nos hemos sentido alguna vez como tu personaje. A mí también me gustaba escribir pero me dediqué a otras cosas con más salida y cuando he conseguido estabilidad laboral pues me dedico a la Literatura, que es lo que me gusta. En cuanto a lo de tirar mensajes en una botella, se parece bastante a hacer entradas y comentarios en los blogs, ¿no crees? Y para solidarizarme contigo y con Ardilla, os diré que yo tampoco me siento hoy muy lúcido.
Un beso.
Todos tenemos malos días, y como dice ardi, el frio no ayuda.
Precioso relato.
Besos
No dejes nunca de mandarnos mensajes al ciberespacio, no ahuyentes a tu duende, que el mundo está falto de buenas historias que lo hagan soñar. Por mi parte, estaré pendiente mientras pueda de recibir tus mensajes.
Un abrazo.
Yo me sentía también así de niño, Felisa, y me refugiaba en los libros. Dejé también la escritura por intentar ser una "persona normal"; logré ser lo que los demás parecían esperar de mí, pero eso no me satisfacía, aunque no me atrevía a confesármelo. Hace un tiempo que me he reconciliado conmigo mismo, y he vuelto a escribir. Ánimo, Felisa, esta cofradía nuestra es numerosa.
Felisa, claro que sí, siempre hay alguien que recoge la botella.
Un abrazo
pues no es ninguna tontería, miniña, es algo que tengo pendiente de hacer: dejar un mensaje en una botella...
El relato es precioso, Felisa. Yo nunca quise ser escritor, aunque soy lector empedernido. Y al final, mira, he abierto un blog y novelan mis casos. Esto de la Literatura es un mundillo en el que cabemos personas de todo tipo y pelaje, aunque no se sea escritor. Precioso lo de los mensajes en una botella. Tiene razón Paco en pensar que se parece a los mensajes en los blogs. Si os vale de algo, yo me siento tonto todos los días. Lo raro es que me levante un día y me sienta lúcido.
Un abrazo.
Pues es muy tierno. Te animo a que nunca dejes de mandar mensajes en botellas, siempre obtendrás alguna respuesta. ¿Sabes? Conozco a F. (pero no se lo digas a nadie).
Besos.
Pareciera que estas describiendome completamente...
Siempre soñe con escribir, y ahora estudio una ingenieria
que loco no??
pero que bueno compartir lo que nos gusta por el cyberespacio
saludos desde mexico
XD
Sí, hay alguien. Fijate los que estamos leyendote por el ciberespacio y yo entre ellos.
Un abrazo
Sigue llenando cuadernos, sigue mandando cartas en botellas al ciberespacio y seguirás siempre recibiendo respuesta y regalos por ello.
Bonita la historia de F.
Un abrazo
Hola Felisa, acabo de terminar de leer tu libro y te felicito sinceramente. No soy ningún entendido en el tema pero te puedo asegurar que me ha gustado, me ha entretenido bastante y me parece que está muy bien.
Te animo a seguir con esto que tanto te ilusiona y te deseo lo mejor.
Enhorabuena. Besos.
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