lunes, 4 de agosto de 2008

3º premio del III Concurso de Cartas de Amor Ayto. Huétor Vega (Granada). Año 2006.

TITULO: PIENSA EN MI

Amor mío,

Amanece sin ti en la ciudad, la bruma abandona lentamente los cansados edificios que cada mañana observo tras los sucios cristales de mi ventana.
Miro la cama, las sábanas revueltas sólo por un lado delatan que les falta el calor de tu cuerpo, ese cuerpo tuyo que me vuelve loco. Me detengo en cada pliegue e intento imaginar tu oscura figura, enroscada en mi, asfixiándome de deseo.
Hoy, como todos los días, saldré a la calle pensando en ti, intentando escapar de una realidad que me aprisiona, sólo tu recuerdo consigue apartar de mi mente los malos pensamientos, haciendo mi vida más amable y llevadera. Como todos los días saldré a la calle e intentaré no ver esa gente que no me mira, que esquiva mis ojos como si quemaran, quizás les recuerdan cosas que prefieren olvidar. Cosas que están mejor guardadas en los entresijos de la memoria, allí donde no molestan, donde no producen mala conciencia.

La mañana es gris, pero en mi mirada se reflejarán los colores que tu ves, los colores de una vida que dejé atrás sin miramientos y que ahora añoro en la insalvable distancia. Sigo pensando en ti, mientras atravieso las entrañas de esta ciudad enemiga, navego hacía las honduras de mi alma y desnudo tu cuerpo con mi enfermiza imaginación. Al salir del metro me siento aliviado, entre la neblina, el sol lucha denodadamente por llegar hasta nosotros, pobres mortales, helados y desamparados que trabajamos en la calle. Este sol no es el nuestro, no es todopoderoso, es un rey vencido, vencido por los gases que emiten miles de vehículos, vencido por las sombras de edificios que miran desafiantes al cielo, vencido por los hombres implacables que habitan esta ciudad, que nunca tienen frío en sus cómodos despachos climatizados, en sus coches caros, en sus restaurantes de lujo, en sus abrigos de marca.

Cuando me fui sabía que te extrañaría, pero no hasta este extremo. El dolor es casi físico, se ha metido en mis huesos como la humedad de esta triste ciudad, donde todo está descolorido, apagado, muerto como la esperanza de traerte a mi lado. Al principio soñaba todos los días con ese momento, con el abrazo, con tu olor tan cercano, con tu sonrisa inmensa, con tu deliciosa piel dejándose acariciar por mis manos. Pero la realidad se ha encargado de ir derribando mi sueño, día tras día, implacable, sin piedad fue matando poco a poco mis ilusiones, metódica e inexorablemente.

Nunca te he contado estas cosas, mis cartas siempre han sido dulces y amables, pero no puedo seguir alimentando esta mentira. ¿Acaso crees que no deseo tenerte a mi lado, que mi corazón no se acelera cuando pienso en morder tus labios, esos labios que se abren como rosas moradas a mis besos?. Cuando pienso en tu voz, alegre y cantarina, en tu risa inagotable, en tus pasos seguros y provocadores me muero por dentro y siento una rabia inmensa por ser quien soy, por ser lo que soy.

Allí, junto a ti, era un hombre, con deseos, ilusiones, tristezas y miseria, con mucha miseria, pero al fin y al cabo hombre y persona. Aquí sólo soy un inmigrante negro. Aquí no siento, no cuento.

Amor mío, piensa en mí, piensa, porque a veces creo que desaparezco y lo único que me ata a la vida es saber que allí en la distancia tu sigues queriéndome, que existo en tus recuerdos. Que me deseas como yo te deseo, que me admiras por lo que soy, por lo que llevo dentro.
Amor mío, piensa en mí y mantén tú la ilusión de la que yo carezco. Quizás algún día podremos unir nuestros cuerpos en un abrazo infinito y mirar atrás sin rencor, sin odio y sin lamentos.
Para siempre tuyo
Habib.

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