miércoles, 3 de septiembre de 2008

La niña chicle


Mi hija Irene, a punto de cumplir siete años, es una niña alta y delgadita, con el pelo rubio y la sonrisa ajedrezada por culpa del Ratoncito Pérez que se llevó sus dientes actuando con nocturnidad y alevosía.
Mi niña es llorona, qué le vamos a hacer. Ya apuntaba maneras nada más nacer, los primeros meses de su vida berreaba una media de 5 horas diarias, cólico del lactante, dictaminaron los médicos. Supongo que le quedaron secuelas.


El otro día comiendo, mientras devoraba con auténtica hambre su almuerzo, empezó a lloriquear y me dijo:

- Mamá, yo como ¿verdad? ¿A qué como mucho?- preguntó con ansia.

- Sí cariño, tú comes bien, sobre todo de lo que te gusta.


- Pues cuando me pongo el bañador en la piscina, todo el mundo, !todos! me dicen que coma más, que estoy en los huesos.


Miro sus hombros huesudos y recuerdo los míos cuando era pequeña, la genética es así, nos repite como muñequitos en serie.


- Y yo como, mamá, yo como. Lo que pasa es que no engordo, estiro.

- Sí hija, como los chicles-contesto yo, muerta de risa.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, Felisa, soy Horacio. Estas piecitas tuyas de vida cotidiana son estupendas. Yo ya te dije una vez que tenías pasta de cronista, por la crónica que escribiste de una entrega de premios.
Te felicito.

fonsilleda dijo...

Amplia sonrisa para tí por la definición y para tu hija especialmente. Dile que siempre es mejor ser delgada, que los años y la vida se encargan, por suerte no siempre, de aportar kilos...