No tengo nada que decir, sin embargo, siento la necesidad de alimentar a mi blog, como si fuera una criatura viva, un animal hambriento que requiere mi atención. Hablar por hablar es una tontería, ya se lo he dicho varias veces, pero él sigue insistiendo, quiere comer, no atiende a razones.
Si no tengo nada que contar, si mi charla insípida acabará por aburrir a los lectores... Ya estarán cansados de leer mis tonterías.
Sí, ya sé, podría hablar del último libro que he leído “Sauce ciego, mujer dormida” de Murakami, pero no sé transmitir lo que los relatos del escritor japonés me han hecho sentir, son tan extraños y la vez tan bien escritos que, durante las horas que he dedicado a su lectura, he tenido la sensación de habitar un universo paralelo. Noté un efecto parecido cuando leí su novela, Kafka en la orilla. En este último año he leído varias obras suyas, me estoy haciendo Murakami- adicta. Me encanta ese toque de irrealidad que siempre hay en sus historias, por otra parte, tan cotidianas.
Leer literatura de calidad me ayuda a crecer como escritora, pero prefiero no hacer comparaciones, para no hundirme en la miseria; aún me queda mucho que aprender.
En fin, blog mío, ya te alimenté de palabras. No te quejes, no te descuido, es que ,de verdad, te lo juro, no tengo nada que decir.
3 comentarios:
Ahí está el detalle, se dice mucho cuando uno cree que no ha dicho absolutamente nada, dentro de estas sinceras palabras habita lo que tú piensas, lo que tú sientes.
Para no tener nada que decir, Felisa, cuánto has explicado casi en silencio... Me ha encantado.
Un fuerte abrazo.
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