La carnicera me miró con ojos asombrados cuando le pedí tres kilos de carne troceada, acostumbrada como está a mis modestos pedidos de familia de cuatro. Como a ésto había que añadir el chorizo, los pinchos morunos, la panceta, las chuletas y un par de morcillas, sin contar con los embutidos, me vi en la obligación de confesarle que ese fin de semana tenía comida familiar en el campo. El peque, que cumplió cuatro años el lunes, sí, el chico, qué no veas que listo es el niño, que sabe contar hacia atrás, que su seño dice que es el más inteligente de la clase- confieso con orgullo de madre. La carnicera asiente sin mucho afán, acostumbrada a oír batallitas de los niños de las clientas. Y es que las madres somos así, nos dan un pequeño hilo y sacamos toda la madeja de las gracias de nuestros hijos.
Apurada me voy a la pescadería, que a mí la paella me gusta mixta, con carne y pescado, para qué excluir a nadie. Paso primero por Correos y recojo una revista, llevo con el aviso más de quince días en el bolso, los artículos deben estar caducados, de todas formas no tendré tiempo de leerla, así que me consuelo por el retraso.
La pescadería está... ¡cerrada!. Cerrada. Cerrada. ¡Malditos camioneros! ¿Ahora que hago yo sin almejas, ni mejillones, ni gambas, ni calamares, ni ... No recuerdo ahora mismo si le echo algún bicho más al arroz. Pienso en el congelado, siempre tan socorrido, tras recorrer varios supermercados consigo hacerme con un alijo de mejillones congelados con una sola concha que muestran su vulva desvalida; coquinas de Huelva; gambas sin identificar; las pobres desnuditas y encogidas y algún habitante marino más, de prietas carnes y alisado cutis, efecto sin duda de la congelación.
Me doy por satisfecha con mi botín y sigo la ruta de las compras del sábado. El viernes ya adquirí los productos menos perecederos y las bebidas que están a buen recaudo en el botellero, consiguiendo el punto justo de enfriamiento que aplacará las sedientas gargantas, el fin de semana se presenta calentito. Ahora me voy a comprar un reloj para Irene, se lo prometí si sacaba buenas notas, y ella me ha dicho que lo necesita con urgencia para presumir el domingo ante sus primas. Después me pasaré por los chinos, que el peque quiere otro y para lo que le va a durar.
No os voy a contar mi peregrinación para encontrar una barbacoa porque eso da para otra historia, simplemente decir que este fin de semana todo el mundo en mi pueblo se puso de acuerdo para asar chuletas. Al final conseguí una preciosidad amarilla, con alerones y cortavientos, que un amable caballero se ofreció a cargar en mi coche, esto de pertenecer al sexo débil tiene sus compensaciones.
Que no me gusta cocinar no es ningún secreto, que me pongo de los nervios si hay mucha gente tampoco. Mi marido empieza a colmarse de paciencia para aguantarme el fin de semana, así a contraluz, casi puede verle la aureola de santo que se va formando alrededor de su cabeza. Nada, no hay tiempo que perder en observaciones divinas, aún queda mucho que limpiar y preparar para el domingo.
Por cierto, todo esto era para contaros que este fin de semana preparé una paella para 30 invitados. Mis padres, mis suegros, mis cuñados de Málaga y sus dos niñas, los de Córdoba, los de Granada, mi hermano de Noguerones con su mujer y tres de sus hijos más el novio de la niña y la hermana de su mujer con su bebé, mi hermano de Alcaudete y dos de sus hijos, un sobrino, su mujer y su hijo (ya soy tía abuela); mis niños Juanma e Irene, mi santo esposo y yo. Faltó mi hermana mayor, que está malita la pobre, y su marido y su hijo que se quedaron a acompañarla. Tampoco vino mi sobrina, la que vive en Jaén con sus dos niños, ni mi hermana pequeña, Lola, la poeta, que se había marchado a la playa, la muy lista. Uf!, me agobio sólo de pensar en tanta gente y es que somos una gran familia.
Y también deciros que cuando queráis os invito a comer paella en mi huerta, rodeados de manzanos, melocotoneros, perales, cerezos, albaricoques. Si es verano habrá tomates, pepinos, pimientos, sandías, melones... Cerveza fresquita en la nevera y agua templadita en la piscina. Pero, por favor, que no haya huelga de camioneros.
(Texto escrito para el foro del Desván de la Memoria en Junio de 2008)
Apurada me voy a la pescadería, que a mí la paella me gusta mixta, con carne y pescado, para qué excluir a nadie. Paso primero por Correos y recojo una revista, llevo con el aviso más de quince días en el bolso, los artículos deben estar caducados, de todas formas no tendré tiempo de leerla, así que me consuelo por el retraso.
La pescadería está... ¡cerrada!. Cerrada. Cerrada. ¡Malditos camioneros! ¿Ahora que hago yo sin almejas, ni mejillones, ni gambas, ni calamares, ni ... No recuerdo ahora mismo si le echo algún bicho más al arroz. Pienso en el congelado, siempre tan socorrido, tras recorrer varios supermercados consigo hacerme con un alijo de mejillones congelados con una sola concha que muestran su vulva desvalida; coquinas de Huelva; gambas sin identificar; las pobres desnuditas y encogidas y algún habitante marino más, de prietas carnes y alisado cutis, efecto sin duda de la congelación.
Me doy por satisfecha con mi botín y sigo la ruta de las compras del sábado. El viernes ya adquirí los productos menos perecederos y las bebidas que están a buen recaudo en el botellero, consiguiendo el punto justo de enfriamiento que aplacará las sedientas gargantas, el fin de semana se presenta calentito. Ahora me voy a comprar un reloj para Irene, se lo prometí si sacaba buenas notas, y ella me ha dicho que lo necesita con urgencia para presumir el domingo ante sus primas. Después me pasaré por los chinos, que el peque quiere otro y para lo que le va a durar.
No os voy a contar mi peregrinación para encontrar una barbacoa porque eso da para otra historia, simplemente decir que este fin de semana todo el mundo en mi pueblo se puso de acuerdo para asar chuletas. Al final conseguí una preciosidad amarilla, con alerones y cortavientos, que un amable caballero se ofreció a cargar en mi coche, esto de pertenecer al sexo débil tiene sus compensaciones.
Que no me gusta cocinar no es ningún secreto, que me pongo de los nervios si hay mucha gente tampoco. Mi marido empieza a colmarse de paciencia para aguantarme el fin de semana, así a contraluz, casi puede verle la aureola de santo que se va formando alrededor de su cabeza. Nada, no hay tiempo que perder en observaciones divinas, aún queda mucho que limpiar y preparar para el domingo.
Por cierto, todo esto era para contaros que este fin de semana preparé una paella para 30 invitados. Mis padres, mis suegros, mis cuñados de Málaga y sus dos niñas, los de Córdoba, los de Granada, mi hermano de Noguerones con su mujer y tres de sus hijos más el novio de la niña y la hermana de su mujer con su bebé, mi hermano de Alcaudete y dos de sus hijos, un sobrino, su mujer y su hijo (ya soy tía abuela); mis niños Juanma e Irene, mi santo esposo y yo. Faltó mi hermana mayor, que está malita la pobre, y su marido y su hijo que se quedaron a acompañarla. Tampoco vino mi sobrina, la que vive en Jaén con sus dos niños, ni mi hermana pequeña, Lola, la poeta, que se había marchado a la playa, la muy lista. Uf!, me agobio sólo de pensar en tanta gente y es que somos una gran familia.
Y también deciros que cuando queráis os invito a comer paella en mi huerta, rodeados de manzanos, melocotoneros, perales, cerezos, albaricoques. Si es verano habrá tomates, pepinos, pimientos, sandías, melones... Cerveza fresquita en la nevera y agua templadita en la piscina. Pero, por favor, que no haya huelga de camioneros.
(Texto escrito para el foro del Desván de la Memoria en Junio de 2008)
Aclaraciones: La foto de la paella la cogí de internet, la mía no quedó tan bien presentada.
18 comentarios:
Hola Felisa
Hace poco pasé por aquí de casualidad, no sé muy bien de donde llegaba. Te he visitado ya algunas veces y hoy no puedo evitar saludarte. Haces que me quede prendado de tus relatos, me sacas una sonrisa y disfruto con ellos.
Con tu permiso,volveré.
Un abrazo,
Jo!!!, eso no se hace; que acabo de cenar... Uhmmmm!, que bien huele.
Bikiños y felicidades por esos magníficos cachorros.
Vaya Felisa,
Tenía tan buena pinta, que casi ya me la había comido...
Oye que sin "pescao" también se hacen paellas, o rissotos...
Cocinar para 30 ha de ser todo un arte. Espero que los platos fueran de plástico o que tuvieras "Fairy" al menos.
Un abrazo
Ah, pues si.
Yo te tomo la palabra, y este verano a comer paellita a tu casa.
Y si quieres la cocino yo, para no darte faena.
Que maravilla tener una casa donde quepan 30 personas.
Y aunque de aspecto no queden tan bonitas, lo que importa es el sabor y seguro que la tuya estaba buenisima.
Besitos
Gracias por tu visita Jose, puedes venir cuando quieras, las puertas siempre están abiertas.
Hola XoseAntón, la verdad es que me salen ricas las paellas, sí. Un beso.
Hola Paco, para fregar los platos suelo tener ayuda, y también se usan muchos de plástico, sobre todo cuando nos juntamos tantos. Un beso.
Hola Tag, en realidad la paella la hago en el campo, no en mi casa. No me atrevería a meter tanta gente en mi piso. Cuando quieras puedes venir, sobre todo si me dices que cocinarás tú, jejeje...
BEsos
ey hola tita!! soy tu sobri Ana. Me ha gustado un montón el recordatorio de la huerta jejeje qué ganas de que llegue el veranico e ir ya por allí eh? con lo bien que nos lo pasamos siempre jejeje besitos tkm
Dios!!
Que hambre he sentido de repente.. A estas horas no se puede mirar un plato tan exquisito. :-)
Un saludo!
la paella tiene una pinta que me ha entrado hasta hambre... claro que como no como desde hace más de 12 horas pues esta claro que no tiene mucho de fiar mis palabras no? pero vaya que gracias por como escribes, lo haces genial y dale un besito a tu sobrina, que ya mismo estará corriendo besos
Yo tambien soy de familia numerosa y adoro esas reuniones en la sierra de Madrid.
Por cierto, yo también soy tio-abuelo, tengo 14 sobrinos-nietos y alguno más que está llegando. Debemos ser los tio-abuelos más jóvenes de España, no?
Oye, Felisa, que eches un "puñao" de arroz para mí, que el arroz es lo que más me gusta y el tuyo tiene muy buena pintaaaaaaa.
Un guiño para ti.
Mercedes.
Pero cómo se te ocurre invitarnos a los blogueros que te seguimos? Como nos de por presentarnos vamos a ser más de 30, seguro...
Bueno, yo con la cervecita me conformo, no te apures.
Muy divertido el relato, Felisa.
Saludos!
AY! fElisa, hoy he comido paella para el SAnto de mi madre, que aunque no somos santeros sí que nos sirven las escusas para saltarnos la dieta y darnos algún capricho, en fin,... jaja.
Conforme iba leyendo, me decía:;"este texto me suena..." además, acordamos tomar todos los desvaneros una paella en tu casa,...XDDD
Ay qué ver que te pongo en un compromiso...jajjaa
En fin, que la Paella está muy buena, para qué enganñarnos. jjaa
Supongo que sabrás que soy valenciano... imaginate mis paellas, son de lo mas, nacido de cuna el ver hacer las paellas a leña, con pato y pollo. Me gusta también hacerla de muchas maneras, pero siempre a leña, la mezcla de carne y pescado no, creo que cada cosa tiene su sitio, aunque respeto el guisar de los demás, en la foto tiene buena pinta.
Un besito astragalin.
!Hola Felisa!..., vengo del planeta, perros, perreros y perrerías,-o algo así-. Es muy agradable devolverte la visita y descubrir que haces paellas. ¡Y es que yo hago arroces!... (En alicante, no hacemos paellas, son arrroces aunque se cocinen en el mismo recipiente). De sepia con brócoli, de conejo y pollo, de atún, de clamares en su tinta (arros negre), caldero, arroz a banda: en Alicante tenemos tantos arroces como variedades de quesos los franceses.
Bueno, oye..., que me alegro te pasaras por mi blog y si encima te gusta lo que escribo, ideal, así consigo que sirva de algo el juntar letras.
Un saludo. (jo, como me he enrollado)
Ya me gustaría degustar tu paella ya. Vaya envidia que me das. Seguro que debía estar buenísima.
Un beso
Me apunto a esa invitación, quiero que sepas, que yo soy de los que cuando me invitan, suelo presentarme. Ahhh! pero que no se enteren ni mi mujer, ni tu marido de que nos han emparejado. Voy, te presento como una prima lejana, y pasamos un día precioso en esa huerta que describes tan bien. Un abrazo.
Sota l’ombra
d’una pomera
i a l’abast d’un cirerer,
estem esperant
que li donis permís
a la pella
per ser la reina
de la festa.
A la mà una botella
de cervesa,
mentre vigilem
els infants
nedant contents
per la piscina,
escapolim dins la gola
quatre patates fregides
i dues rialles s’escapen
del darrer acudit.
Una tarda festiva,
una amics compartint
un sol d’estiu
i una estona tranquil•la.
Club Molt Distingit Cuiner
46009.-Valencia.
Para todos los que les interesara saber sobre la paella, -decir, que en gastronomía, todos los arroces condimentados con la “paella sense mànec” (paella sin mango), pueden denominarse paella, pero el calificativo de PAELLA VALENCIANA, solamente se le dará a las paellas condimentadas con arreglo a la genuina –recepta-(receta) de la PAELLA DE LA PARRETA.
Un detalle que nos debe hacer reflexionar y meditar, es que, a diferencia de esas paellas callejeras hechas con trébedes en los suelos, incluso, algunos de esos mal llamados concursos de paellas, contrastan con el boato con que se ataviaban los cocineros antiguos, la solemnidad y la liturgia que desplegaban durante la condimentación de la paella, a si como la esmerada selección de los ingredientes. Esos eran los valores inalterables para aquellos grandes cocineros monacales y los de la burguesía de las tres capitales valencianas.
Un ruego, puede que hayan probado en alguna ocasión paella, no emitan ninguna opinión, hasta que la hayan probado en algunos de los privativos restaurantes donde se sirve la paella condimentada con arreglo a la genuina receta de la Paella de la Parreta.
Nota.- La Parreta, fue distinguida con el titulo y medalla del centenario (1886-1986) de la Cámara Oficial de Comercio, Industria y Navegación de Valencia.
Juan B. Viñals Cebriá.-presidente
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