lunes, 23 de agosto de 2010

Mami, cuídate...


Fue lo primero que me dijo mi hijo cuando lo llamé desde Lisboa, fue la frase que más repitió durante el fin de semana que pasamos allí. Me hizo gracia que mi niño de seis años tuviera esa preocupación por mí, en realidad, me emocionó. Me conmovieron sus palabras, como un abrazo inesperado, que llega y te colma de esperanza.
Ser madre es una dura tarea, noches sin dormir, fiebres que no bajan, regañar una y otra vez, decir cien veces no antes de claudicar en un sí a medias. A veces, cuando hablamos con otras personas de nuestros hijos nos quedamos ahí, en los desvelos, en el cansancio, en la dura rutina diaria de la educación. Olvidamos lo otro, aquello que nos llena, las sonrisas, los besos, los ojos que brillan, las manos que acarician, las caritas llorosas que buscan nuestro regazo, el único lugar del mundo donde se encuentran seguros, a salvo de cualquier peligro.
A la vuelta de Portugal recibí un premio, más bien dos. Las palabras de mis hijos, que decían al unísono y con unas lagrimillas bailándole en los ojos: mami, cuánto te he echado de menos.

2 comentarios:

Francesc Cornadó dijo...

¡Ay marinero! Cuando has regresado a Ítaca,
¿qué mejor regalo?
las palabras conocidas y estas risas locas entre abrazos. Impagable.

Cuando llegue septiembre, inquietamente buscaré trece cuentos por las librerias de Barcelona.

Saludos

Francesc Cornadó

Rosi(Lucía) dijo...

ay amiga, ese es el mejor premio a esas noches en desvelo, primero por las fiebres y yo ahora en plena adolescencia, cuando escucho la llave girar y decir... mami ya estoy aquí... entonces me agarro a la almohada y ya duermo tranquila. Un besito mi querida Felisa, por cierto ya que tienes niños pequeños lee en mi blog lo que he puesto del regaliz.