martes, 20 de octubre de 2009

En el hospital...otra vez.

En estos días he tenido la sensación de estar viviendo una situación ya pasada. A mi padre le dio un infarto en la madrugada del domingo. Yo lo supe cuando sonó el teléfono de mi casa a las seis de la mañana, hace unas semanas su corazón ya nos había dado un aviso y en los últimos días no se encontraba muy bien. He revivido las horas de angustia que padecimos cuando le ocurrió a mi madre, siempre con la sensación de que todo eso ya había sucedido. Como en esa película americana, donde un periodista se levantaba y siempre era el mismo día, el día de la marmota, no sé si os suena, creo que se titulaba Atrapado en el tiempo.

Y es angustioso saber por adelantado como se irán sucediendo los acontecimientos, las horas de espera que te aguardan, los sobresaltos cada vez que te llaman, los pasillos inhóspitos, las sillas metálicas que se te clavan en los huesos y en el alma. Las caras serias de los médicos, el temblor en las piernas mientras que oyes lo que no quieres escuchar, las lágrimas saladas, el miedo agazapado en las miradas de tus hermanos...

Es curioso, pero mientras estaba allí no podía dejar de pensar en todo esto y de alguna forma me inmunizada y me daba confianza, lo hemos vivido y lo hemos superado y esta vez, a pesar de las pocas esperanzas que nos han dado, también vamos a salir hacia delante, pensaba.

A veces me veía como si estuviera lejos de allí, mirando desde arriba lo que estaba sucediendo, analizando los detalles con cierta frialdad, observando el comportamiento de la gente, como esos familiares de enfermos de la UCI, con muchas noches de insomnio a sus espaldas, que defendían a capa y espada sus derechos adquiridos en la sala de espera. Nos costó trabajo encontrar un sillón donde pasar las horas de la madrugada, asidos al teléfono móvil, temiendo una llamada. No me enfadé con ellos, entiendo al padre que lleva casi dos meses con su hijo adolescente ingresado a consecuencia de una caída de moto, entiendo que defienda su pequeña parcela de intimidad construida a base de lágrimas y desesperación, entiendo que sienta suya esa sala de espera que ya le es tan familiar que podría describirla con los ojos cerrados.

No quise saber más, no pregunté más a los otros familiares ni conté lo que me sucedía. Preferí quedarme allí arriba, observando, analizando, despiezando los actos y los gestos de las personas que me rodeaban. La abuela de respiración asmática, la señora con cara de pájaro, la mujer de las ojeras profundas, la matrona de expresión decidida que parecía llevar la voz cantante porque su sufrimiento era tan grande que nada podía compensarla y mi hermano y yo, compartiendo el aire viciado de una sala estrecha, sintiéndonos extraños, viajeros de una noche.

Y así ha sido, mi padre ya ha salido de la UCI y aunque aún nos quedan unos cuantos días de hospital que revivir, ya serán más livianos.

19 comentarios:

Maribel Romero dijo...

Cuanto siento que hayas tenido que revivir la misma pesadilla que con tu madre. Menos mal que evoluciona bien y seguro que saldrá adelante. Ánimo y que se mejore.
Un abrazo.

TitoCarlos dijo...

Si sabes lo que va a ocurrir, siéntete preparada.

Estoy contigo. Un beso,

milagros dijo...

Ánimo. Si lo peor ya ha pasado, relájate y descansa.
Un abrazo

Lupe dijo...

Hola Felisa.

Esta clase de vivencias nos demuestran lo vulnerables que somos.
Cuando más confiados vivimos...llegan los avisos y sustos.

Espero que todo siga un curso evolutivo satisfactorio. Y ya sabes. A redoblar los mimos.

Un abrazo.

Maat

Paco Gómez Escribano dijo...

Ánimo, Felisa, y un abrazo.

Susana dijo...

Ay Felisa... sólo puedo mandarte muchos ánimos y un beso muy fuerte.

Espero de corazón que lo peor haya pasado ya.

Mil besos

mar... dijo...

Mis deseos de que todo evolucione bien y que lo antes posible esteis de vuelta en la normalidad
Un beso de Mar

Anónimo dijo...

Jope! Cuanto siento que tengas que pasar por eso. Sé que se siente estar horas y horas sentada en una silla de hospital y más aún dormir en una silla de metal cuidando a tu padre toda una noche, mes tras mes.
Espero que se recupere pronto y mucho ánimo para tí y tu hermano.
Un beso!
Esme

Anónimo dijo...

Siento mucho lo que le ha pasado a tu padre. A mi esto me pasó con un familiar y no nos dieron ninguna esperanza. Suerte que yo tuve fe en él, ya lo daban por perdido, pero cuando yo le vi en la U.C.I supe que saldría adelante. No sé como lo supe, quizás fue que confiaba en él.

Me alegro de que todo vaya mejor y esté saliendo adelante, para lo que gustes ya sabes donde estoy, acude a mi sin ningún temor. A pesar de la distancia, estoy contigo.

Un besazo.

J.E. Alamo dijo...

Ánimo y a seguir luchando, cada segundo es una perla. Un abrazo

Ardilla Roja dijo...

Admiro tu entereza y tu capacidad de desdoblarte de los hechos en un momento semejante. Fijándote en cada detalle para luego contárnoslo.

Mucho ánimo, Felisa.

Un abrazo

Máximo Cano dijo...

Ánimo Felisa y que se mejore.

Eres una mujer fuerte.


Saludos

Anónimo dijo...

Animo, Felisa, y un abrazo muy fuerte desde Buenos Aires. Horacio.

Ana Márquez dijo...

Lo siento mucho. Ahora tienes que ser fuerte para darle fuerza a él. Espero que todo se arregle pronto. Animo. Un beso.

juan ballester dijo...

Un abrazo y espero que toda esa pesadilla pase pronto.

KUBAN dijo...

Lamneto mucho lo de tu padre. Ten fe y todo tendrá un buen final. Un abrazo.

fonsilleda dijo...

¡Animo!, dejo mi apoyo y buenos deseos.
Bicos

Celia Álvarez Fresno dijo...

Lo siento mucho. Seguro que todo saldrá bien.
Un beso

CARMEN ANDÚJAR dijo...

Me alegro que esté mejor. Esto de los hospitales es lo que tiene, no es nada agradable y a parte de tus problemas a veces te ves implicada en los de los demás, porque pasas tantas horas con los otros familiares que parece que sean amigos tuyos.
Ánimo y un beso