Esta noche he decidido escribir un rato y en ello estaba cuando el sueño atacó, feroz e implacable, hasta apoderarse de mí. Primero son los ojos que se achican para poder fijar la vista en la página en blanco, después llega el momento en que los dedos siguen tecleando pero tu cabeza no les ordena nada, es decir, escriben lo que les da la gana. Las risas están garantizadas al día siguiente cuenda releo lo escrito. Luego cierras un momentito los ojos, sólo unos segundos te dices, hasta que te despiertas del cabezazo que has dado, con dolor de cuello y sensación de desconcierto, como debieron de sentirse Adán y Eva cuando los expulsaron del paraíso. Si tú estabas ahí, casi dormida, tan relajadita…
Y diréis que sólo son las once, pero esta mañana a las cinco ya estaba despierta. Ayer fui de viaje de trabajo a Sevilla y, como no estoy acostumbrada a conducir en trayectos largos, regresé tan cansada que a las diez y media me fui a la cama. Como mi cuerpo debe estar programado para no dormir más siete horas, no vaya a ser que le siente mal por la falta de costumbre; se despertó antes de que sonara el reloj, que maldita la gracia que me hizo. Luego una estupenda jornada laboral, bien aderezada con problemas varios y prisas, estas últimas que no falten, y es que debo ser la única funcionaria estresada, que también hay que ser tonta. Por la tarde mis hijos me proporcionan el entretenimiento necesario para no aburrirme, ellos son así de generosos. Ahora están acostados, hay que ver qué guapos se ven los niños cuando duermen, así calladitos y quietecitos, hasta parecen buenos.
Como decía al principio, estoy con mi nueva novela, que a este paso me durará todo el año. Necesitaba despejarme y me vine para el blog, a tomar el fresco. Parece que Morfeo no quiere rendirse, así que lo más probable es que cuelgue este post y me vaya a la cama, que a las seis y media suena el despertador. La novela tendrá que esperar.
15 comentarios:
Pues que sueeñes con los angelitos, que te lo mereces. Te habrá contagiado El sueño de las palabras.
buenas noches.
A veces son así las cosas, tienes que parar, mirar a otro lado y simplemente descansar.
Vas a tenre suerte de todas maneras.
Bicos.
Gracias Estela, gracias Fonsi, ya estoy de nuevo por aquí, al pie del cañón, no hay nada como un sueño reparador. Besos.
Pues a mí me pasa igual, Felisa. Debo estar programado para no dormir más de 5 ó 6 horas seguidas. A veces no me echo siesta para dormir más por la noche, pero que si quieres.
Me agarro con uñas y dientes a terminar la novela con la que estoy a pesar de todos los problemas que me acosan ahora. Pues nada, a ver quién la termina antes, si tú o yo. Te mantengo al corriente.
Te revelaré el secreto de los grandes maestros de la pluma: escribir durante la jornada laboral. Por supuesto, yo no empleo esa técnica. Y ahora te dejo, que es la hora del café.
Serio Pérez te ha dicho el secreto: escribir durante la jornada laboral. Yo lo hago.
Has de ser capaz de concentrarte por momentos, que no te importen las interrupciones contínuas.
Pero Faulker escribió buena parte de su obra en la oficina de correos de Mississipi, y Stephen King siempre dice que aprendió las fundamentos de la escritura en la lavandería donde trabajaba, en Bangor.
Aún así, cada uno necesita su espacio, su modo de escribir, sólo hay que hallarlo y dedicarte a ello. De todos modos, con una página diaria, puedes ser capaz de escribir una novela de 300 en un año (quitando festivos, bloqueos y repasos). ¿Quién dice que no es posible? Y de todos modos ¿qué importa el tiempo que emplees -más o menos- si te lo pasas bien?
A mi me pasa lo mismo, según que hora sea estoy en el ordenador; pero no estoy, los ojos se me cierran y no puedo evitarlo. A veces nuestra mente quiere hacer una cosa y nuestro cuerpo dice que, ¡por aquí!.
Ya volverás con tu novela
Un beso
A mi me ha encantado que puedas dejarnos esta reflexion en tu blog.
Lo mejor cuando uno se "agobia", es dejarse caer por su blog y escribir algo que te apetezca en ese momento.
Pero sin dejar de dormir...
Un abrazo
¡¡Qué relato tan humano!! casi me apetece tomarme un té calentito escuchando más y más tus vivencias más profundas. Te siento como un ser interesante, como una alegría contenida. Gracias.
pacobailacoach.blogspot.com
A veces hay que imponerse un poco el escribir, una rutina a cierta hora. Yo por la noche, por ejemplo no puedo escribir, pero si por la mañana. Bucar el mejor momento e intetarlo, aunque hay veces que si lo hacemos obligados, no nos sale.
Besos y que escribas mucho!
Gracias por vuestros ánimos y consejos, ahora me gustaría responderos uno por uno, pero me voy a poner a escribir un ratito, esta novela me tiene enganchada. Sé que sabreis perdonarme, un abrazo fuerte (como los Telettubies)
Me das un poco de envidia, jaja, es que yo nunca he sido capaz de quedarme dormida mientras estaba haciendo algo, fuera leyendo, viendo la tele y, ni mucho menos, escribiendo. Me parece que ese sueño que te asalta y te vence así de repente debe de ser el que más disfrutas. Pero ya lo has dicho tú al comparar tu despertar con la expulsión del Paraíso.
Chsssss, te dejo seguir trabajando.
Si me dices dónde encontrar una luna como esa para tumbarme, prometo dedicar mis ratitos libres a escribir.
Te comprendo bien, Felisa. Yo, para terminar mi novela tuve que partir a la isla (o sea, imponerme no charlar tanto). A solas, con ella (mi novela) he visto el Paraíso, sin duda. Ahora la tengo en cuarentena; hasta que se le baje la emoción y los colores, jajajja
Suerte con tu novela Felisa, pero no abandones el blog del todo.
Besos
Dices tanto en tan poco, Felisa, que no se a que carta quedarme. Pues cualquiera de las cosas, son tan vivas y darían para hablar... ¡buff! ¿qué quieres que te diga?, si eres tú quien las está contando.
Ólvidemonos del despertador, que siempore dispara a matar; me quedo con esa imagen, cuando los ángeles duermen, porque despiertos, depiertos a veces parecen demonios
Bikiños
Publicar un comentario