jueves, 8 de octubre de 2009

El vicio de leer



Cuando era pequeña leía a escondidas. Esperaba con los ojos bien abiertos, para no dormirme, a que mis padres apagaran la luz de su dormitorio y el silencio se adueñase de la casa para volver a encender la lámpara de mi cuarto. Mi madre decía que leer tanto era un vicio que no me dejaba descansar bien, que me impedía prestar la atención necesaria a las cosas verdaderamente importantes como aprender a coser o bordar.
No le echo la culpa a mi madre por pensar así, actuaba conforme la habían educado, conforme había vivido toda su vida, la mayoría de ella en un cortijo. Ella aprendió a leer y escribir casi de oídas, mis abuelos sólo le pusieron maestro a mi tío, el único varón de la familia, por entonces no se consideraba preciso que la mujer estudiara, de la protección del padre pasaba a la del marido.

No han pasado tantos años de todo esto, las cosas han cambiado, la cultura es un bien al alcance de todos, leer no es un vicio, se proclama como una virtud, como un bien de la sociedad, pero desgraciadamente, quizás porque no está prohibido, a la gente joven no le atrae, a los jóvenes nunca les gustó que le dijeran lo que tenían que hacer. ¿Nos estaremos equivocando? No sé, no soy socióloga, ni pedagoga, no sé que instrumentos se pueden utilizar para devolver el interés por los libros, por la cultura en general, a nuestros niños y jóvenes.

Preocupada por todo esto, desde que mis hijos nacieron me dediqué a inculcarles el amor que yo profeso por la lectura. Antes de que supieran hablar ya les leía cuentos o me los inventaba para ellos. Le presentaba los libros como regalos extraordinarios a los que había que cuidar tal si fueran objetos preciosos. Y creo que he conseguido, poco a poco, sin exigencias, sin establecer ningún tipo de obligación; transmitirles mi vicio como si de un gen se tratara. Anoche, tuve que regañar a Irene, mi hija de ocho años, eran más de las once y seguía leyendo (para mi pesar mi novela juvenil), tuve que reprenderla y me costó, porque me duele prohibirle a mi niña algo que tanto le gusta. Y me duele que Irene me odie, como yo a mi madre cuando venía y me apagaba la luz.


14 comentarios:

J.E. Alamo dijo...

Tú has dado las claves para inculcar el amor a la lectura y no solo eso, también la de la educación de nuestros pequeños: el ejemplo, el amor, el respeto y la familia. Luego el colegio y la sociedad contribuirán en mayor o menor medida, pero los padres somos fundamentales.Ojalá nos apoyaran más y hubiera más gente que tuviera las ideas tan claras como tú.

Susana dijo...

En mi casa, mi madre siempre ha leído mucho. La casa estaba llena de libros, así que cuando mi padre, con 4 años empezó a enseñarme a leer, yo estaba como loca por saber lo suficiente como para descifrar sola los cuentos de colores que inundaban mi habitación.

Es muy importante lo que has logrado con tus hijos, Felisa, para que sin darse cuenta, apreciaran la lectura desde pequeños.

Un abrazo

Ardilla Roja dijo...

Felisa, tu hija no te va a odiar por eso ni por otra cosa. Igual piensa que eres una madre un poco "rollo", pero eso lo piensan todos los hijos de sus madres.

El mío no lo hace por la noche, si no por la mañana.El autobús pasa a las siete y media y levantándose a las siete menos cinco le sobra tiempo. Resulta que le ha dado por ponerse el despertador a las seis y media. Dice que si se levanta más tarde, no puede leer.

Si jugase con la play no dudaría en pegarle una buena monserga, pero por leer... Hemos negociado que si quiere madrugar de esa manera no puede acostarse más tarde de las nueve y media. De momento lo cumple. A ver cuanto dura.

Un beso

MarianGardi dijo...

Felisa, yo escribí un cuento que dice cosas parecidas a lo que tú dices que las madres regañaban alos hijos cuando les veian con la luz encendida de la habitación, hicieran lo que hicieran.
Un fueret abrazo

milagros dijo...

Es cierto que a muchos jóvenes les llega ese momento de rebeldía que hacen todo lo que a los padres les parece incorrecto, pero todo lo bueno que van aprendiendo lo van metiendo en su "mochila" para que finalmente, aunque pasen algunos años, lo vuelven a sacar para hacer uso de ello.
Puedes sentirte muy orgullosa de lo que has conseguido. El amor hacia los libros dificilmente se pierde, cuanto antes mejor.

Anónimo dijo...

Hola Felisa!
Mi madre me decía que de tanto leer por eso estaba como estaba, medio tonta, porque no despegaba los ojos de los libros. Y es que me encanta. Si es un vicio, no lo se, pero sustituye todas las dosis de valerianas o tranquilizantes cuando me encuentro nerviosa, además que me ayuda a conciliar el sueño.
Al igual que tu, cuando tengo que hacerle un regalo a un crío, prefiero gastarme el dinero en un libro, siento que, haciendo esto estoy incentivandole a leer y a recuperar un poco el sentido de la lectura.
Un beso!

Paco Gómez Escribano dijo...

Yo no tengo críos, pero como soy profe, estoy todo el día con jóvenes. Ni son más inteligentes ni más tontos que nosotros, la inteligencia no es patrimonio de una generación. Pero les ha tocado vivir otra época en la que la información les viene sobre todo a través de audio visuales. Por tanto son vagos para la lectura. Y lo triste es que a veces me llaman y me dicen que no entienden lo que pone en el libro. Me limito a leérselo y entonces es cuando lo entienden, es decir, de comprensión lectora cero. La solución es lo que tú haces, Felisa, acostumbrarles desde pequeños. Y en el colegio debería haber alguna asignatura de sólo lectura de libros con comentarios de textos y debates, que entre tantas gilipolleces de asignaturas LOE-LOGSE a nadie se le ha ocurrido. Un beso.

Kerícolo dijo...

Yo pienso que la lectura es un vicio contagioso peligroso. Yo no soy madre, y por lo tanto no se lo que es educar a un hijo, pero se como me inculcaron a mi la lectura, mi hermana me leía sus libros de noche en voz alta, luego me animaba a leer un rato a mi también, luego empecé a leer yo mis propios libros y una noche le leía yo a ella mi libro y a la noche siguiente ella me leía a mi el suyo...y así empezó todo...pienso que es fundamental que los hijos vean en sus padres la pasión por la lectura, y que se la fomenten poco a poco y el vicio vendrá después

tag dijo...

Pues yo tengo dos hijos, y les he inculcado igual la lectura desde pequeños a uno que al otro, y sin embargo uno es un lector empedernido y el otro no se si se leera un libro al año.
Asi que, todo no es educación, tambien influyen otras cosas.

No te preocupes Felisa, que tu hija no te puede odiar por decirle que debe dormir a esa hora.
Ella sabe que no se lo dices por fastidar y que te encanta que lea, pero no a esas horas.

Un beso

Editorial Hipálage - www.hipalage.com dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Editorial Hipálage - www.hipalage.com dijo...

Has hecho lo correcto, Felisa. Yo a mis hijos varones les he inculcado la lectura desde que tenían año y medio. El mayor, ahora con 7, hace lo mismo que tu hija: se queda leyendo hasta altas horas de la noche (él solo, libros para su edad), y el mediano (de 5 años) no perdona que no le leamos un cuento alguna noche. Para ellos, lo normal es leer mucho. Con las mellizas aún no hemos empezado (porque tienen dos años recién cumplidos), pero estamos en ello.

Yo creo que esta es la manera adecuada de inculcar la lectura: hacerlo desde que son muy pequeños. Aunque luego tengas que regañarlos algunas noches porque es la una y están leyendo todavía.

Abrazos, JM.

Mar Cano Montil dijo...

Hola, Felisa:

Es cierto, lo mejor para que un niño lea es, evidentemente, que beba de nuestro ejemplo, que vea cuánto disfrutamos leyendo. Cuando son aún pequeñitos es crucial el tema de los cuentos, son una herramienta maravillosa para transmitir arquetipos y valores, quizás ya sepultados por la sociedad tan loca en la que vivimos.

Me ha parecido muy entrañable tu post, porque he recordado que mi madre también venía a mi habitación a regañarme y decía: "Hija, te vas a quemar la vista..." y yo con mi imaginación galopante me imaginaba saliendo una gran llamarada de mis ojos, jajajaja, ¡pues ni con esas apagaba la linterna...iba yo a dejar a mi Georgina, Ana, Jorge y Tom de "Los cinco", ni hablar ;=))!

Felisa, he leído tu relato: "Otro punto de vista", ganador del II Concurso Internacional de Cuento Breve de México, y te comento que me ha parecido soberbio.
No sólo por lo impecable de tu estilo, tu vocabulario y como nos lo comunicas. Lo que me ha parecido realmente conmovedor es que "te hayas metido en la piel" de un maltratador para contarlo.
Sin lugar a dudas es un premio muy merecido, ENHORABUENA. Es un placer leerte.

Un saludo desde "Mar adentro" y buen fin de semana.

Alosia dijo...

Pues a mi hijo mayor le he leido siempre desde bebe y a el le gustaba mucho leer. Teniamos discusiones porque un cuento ,dos, tres le parecian poco antes de dormirse.Se los sabia de memoria, como les suele pasar a tod@s l@s niñ@s. Despues, al nacer el pequeño no podia dedicarme de igual manera al mayor. Luego la preadolescencia y otras situaciones familiares que hicieron que poco a poco otro tipo de actividades fueran quitando terreno a la lectura.

Esto me apena tremendamente y yo me veo contrariada porque aveces le obligo a que lea y como suele decirse que no debe hacerse por imposicion....

Bueno, no voy a extenderme mas. Espero que cambie de gustos y vuelva a retomar el gusto por la lectura. ¡Dichosa adolescencia!
Saludos. Alosia

lámparas despacho dijo...

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